DIOS NO JUEGA A LOS DADOS
Publicado en Diario Información el 2 de febrero de 2018
ESPERANDO A GODOT
Dios
no juega a los dados
Imagino que si les hablo de Albert
Einstein no hace falta ninguna presentación más. Si acaso les diré, por
continuar con el hilo conductor de esta sección, que suele ser una obra
literaria, que el genial físico, aparte de tratados de carácter científico,
también escribió obras de divulgación para que los interesados en la física,
pero que no manejaran el aparato teórico y matemático de esa disciplina,
pudieran tener acceso a sus postulados. En esta categoría se inscribe su obra
de 1916 Sobre la teoría de la relatividad especial y general, descrita
por el propio Einstein como “un librito”.
Los coetáneos de Einstein, en
muchos casos, no estaban preparados para asumir sus teorías, pues suponían una ruptura
radical con los principios de la física que, hasta entonces, se consideraban
inamovibles. No obstante, con el paso del tiempo, las teorías que su genial
intelecto predijeron, se han visto constatadas en numerosos experimentos.
Objetos tan cotidianos en nuestra sociedad como los dispositivos GPS no podrían
funcionar sin la aplicación de la Teoría de la Relatividad Especial; esta
teoría propugna que la medida del tiempo tomada en los satélites
geoestacionarios no está sincronizada con la tomada en la Tierra, debido a la
dilatación del tiempo que Einstein aseguró, de manera teórica, que se
produciría.
Einstein también es muy popular por
ciertas frases que pronunció o que, al menos, se le atribuyen. Una de las más
conocidas es aquélla en la que afirmaba que “Dios no juega a los dados con el
universo”. Esta sentencia nada tiene que ver con creencias religiosas. Lo que
el físico pretendía con esa metáfora era refutar ciertas teorías de la mecánica
cuántica que defendían la existencia de elementos aleatorios en el universo. De
hecho, Einstein nunca aceptó, entre otras cosas, el principio de incertidumbre
de Heisenberg y mantuvo serias discrepancias con el físico alemán a lo largo de
toda su vida.
Yo, como Einstein, tampoco creo en
las casualidades. Por eso, al leer la semana pasada, en este diario, las quejas
de algunos colectivos sobre la configuración del nuevo Consejo Escolar
Municipal (CEM) de Elche, me asaltaron ciertas dudas. Dudas que las
explicaciones ofrecidas desde el Ayuntamiento no han conseguido disipar.
Lo primero que llama la atención es
que desde la Concejalía de Educación se ponía como pretexto para modificar la
composición del CEM un supuesto exceso de representación de la enseñanza
concertada respecto de la pública. No obstante, el colectivo que ha elevado, de
manera formal, su disconformidad con la forma en que se ha procedido ha sido la
FAPA Gabriel Miró. Esta federación de padres es, precisamente, la organización
mayoritaria en Elche dentro de la escuela pública. Si a ello añadimos el hecho
de que en su antigua configuración el CEM ya contaba con una mayoría absoluta
de representantes de la escuela pública (18 a 10), la excusa dada carece de
todo fundamento.
Para contextualizar la cuestión,
les explicaré que el CEM tiene una composición que fija la ley, en concreto el DECRETO
111/1989 del Consell. Esa norma establece que el Presidente del CEM será el
alcalde o concejal en quien delegue; que los profesores serán designados por
sus organizaciones sindicales; los directores de centros serán elegidos por y
entre ellos; y que los padres de alumnos serán designados por sus
organizaciones o asociaciones, en atención a su representatividad.
En todos los sectores se ha
cumplido con lo estipulado por la normativa vigente salvo, como denuncia con
toda la razón la FAPA Gabriel Miró, en el caso del sector de padres. En este
caso se ha cometido una verdadera arbitrariedad, pues la elección de los
miembros del sector de padres, cuya valía no discuto, se ha hecho de una forma
totalmente opaca y sin contar con las federaciones de padres que existen en
Elche: la propia FAPA Gabriel Miró, que ha destapado el caso, y la FAPA Enric
Valor.
Si los profesores han sido
designados por sus sindicatos, ¿Por qué los padres no lo han sido por sus
asociaciones? ¿Cuál ha sido el criterio a la hora de designar a los miembros
electos en detrimento de otros? ¿Representan, con todos mis respetos, estos
padres a toda la comunidad educativa de Elche, o sólo a sus centros?
Demasiadas preguntas cuya respuesta
quizás jamás obtengamos. Sra. Maciá, en una ocasión, se dice, quizás sea una
leyenda urbana, estaba dispuesta a dirimir un empate a votos en el seno del Consejo
Escolar Municipal lanzando una moneda al aire; si esa es su forma de proceder,
sin duda a usted no se le puede aplicar la frase de Einstein sobre el azar,
sino la de Stephen Hawking: “Dios no sólo juega a los dados, sino que a veces los arroja donde
no puedan ser vistos.”
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