TAXI DRIVER
Publicado en Diario Información el 1 de julio de 2023
Esperando
a Godot
Sin duda la mayoría de ustedes habrán visto la
celebérrima película de 1976, dirigida por Martin Scorsese y protagonizada por
Robert De Niro y Jodie Foster, Taxi Driver. En el largometraje,
considerado como uno de los mejores de todos los tiempos y nominado en su día a
varios Oscar, aunque no llegó a ganar ninguno por la competencia que supuso Rocky
(estrenada el mismo año), el protagonista se llama Travis Bickle. Éste es
un ex marine que acaba de ser licenciado de Vietnam y sufre graves secuelas
psicológicas que le provocan insomnio, por lo que se decide a aceptar un trabajo
como taxista en Nueva York en el turno de noche.
La exposición a la violencia y depravación de la noche
neoyorquina que supone su oficio ahondan aún más las cicatrices mentales del
conflicto bélico que ha vivido, transformando su historia en una sofisticada
exploración de la profunda influencia que ejerce la interacción de factores
biológicos, psicológicos y sociales en la conformación de la salud emocional y
cognitiva del individuo. De hecho, algunos críticos que han analizado esta
creación de Scorsese desde un punto de vista psiquiátrico sostienen que podría
utilizarse para instruir a los estudiantes de esa especialidad, de no ser por
el final, que sacrifica el realismo en aras de mantener el suspense en el
espectador.
En definitiva, casi cincuenta años después de su
estreno, Taxi Driver sigue siendo una de esas películas totales, casi
perfecta. Se me antoja difícil imaginar otra que cree y mantenga a lo largo de
su metraje ese tono evocador único, esa mezcla de miedo y conmiseración, esa
descripción desgarradora, con ciertos toques de humor negro, del Nueva York de
los años setenta. Por supuesto, ni que decir tiene que la actuación de De Niro,
aunque sin Oscar como ya hemos dicho, puede ser considerada como una de las
cumbres del séptimo arte. En cualquier caso, como suelo hacer cuando les hablo
de una película o de un libro, no voy a desvelar más detalles de su argumento
para no destripar la historia a aquéllos que no la hayan visto y a los que les
recomiendo de forma encarecida que lo hagan.
Hablando de taxis, no puedo dejar de recordar en estas
líneas, al hilo de la excusa que me brinda el comentario cinematográfico que
les he relatado, al abnegado gremio del taxi. Es cierto que afortunadamente los
peligros a los que se enfrentan en la noche ilicitana nada tienen que ver con
los que refleja el film de Scorsese, pero no es menos cierto que algunas
situaciones complicadas sí tienen que vivir y que sus jornadas de trabajo son
ciertamente duras y con turnos que suponen un menoscabo de su vida familiar y de
su propia salud.
Dicho esto, también se debe poner de manifiesto que
los taxis son un servicio público importante para una gran ciudad como es
Elche, aunque aún tengamos mentalidad de “poble”, y que por lo tanto ese
servicio debe ser prestado en unas condiciones óptimas. Es relevante tener en
cuenta que nuestro término municipal es uno de los más grandes de España y que
además en él tenemos dos características que hacen muy necesario un servicio de
transporte eficiente. El primero es que 40.000 de los 235.000 ilicitanos
vivimos en una pedanía. El segundo es que nuestro municipio alberga el quinto
aeropuerto más importante de España por volumen de pasajeros.
Respecto a la primera cuestión, la relacionada con el
enorme número de habitantes que no residen en el casco urbano, hace años,
durante el primer mandato municipal en el que gobernó el Partido Popular, se
puso en marcha una iniciativa, a través de la empresa municipal PIMESA, llamada
“Elche Taxi”. Se trata de un servicio de taxi compartido para los residentes
del campo. Consiste en una serie de líneas, con paradas preestablecidas y
horarios fijados; el usuario realiza un prepago del taxi (2 euros por trayecto
o 1’50 si se adquiere un abono) y se reserva a través de internet.
Este servicio funciona muy bien, desde luego mejor que
algunos carriles bici mal hechos (nada digo de los ejecutados correctamente,
que me parecen fenomenal) y por los que ya se ha manifestado Compromís (molta
palla però de forment ni un gra). Sin duda el nuevo gobierno municipal debe
fomentar “Elche Taxi”, aumentando las frecuencias existentes, y como
sugerencia, creando una nueva línea con destino en la estación Elche AV, de
Matola, de modo que haya una interconexión entre las pedanías y los servicios
de trenes Avant.
El problema surge cuando se intenta coger un taxi en
el centro de Elche por las noches o los fines de semana (no digamos ya durante
las fiestas de agosto). Es misión imposible que entronca con la otra
característica que les planteaba de nuestro término municipal: la presencia del
aeropuerto. Muchos taxis prefieren servicios allí y Elche queda huérfana del
servicio público. Pensarán que en otras ciudades ocurre lo mismo, pero no es
así. En Alicante, sin ir más lejos y comprobado personalmente, en plenas
Hogueras y a través de la aplicación que se usa en esa ciudad, el tiempo de espera
no supera los tres minutos.
No sé cuál es la solución. PSOE y Compromís tampoco, porque han tenido ocho años para solucionarlo y no han sido capaces. Pero algo se debe y seguramente se pueda hacer al respecto.
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