CINCO CONSEJOS
Publicado en Diario Información el 23 de marzo de 2018
Cinco consejos
Imagino
que conocen ustedes aquella fábula que narra las peripecias de un padre y su
hijo que, montados en un pollino, reciben las críticas de sus paisanos, hagan
lo que hagan: si ambos cabalgan sobre la bestia, son inhumanos; si ninguno lo
hace, son tontos por andar; si monta el padre, es mal progenitor; si lo hace el
hijo, mal vástago. Es, sin duda, una hermosa historia cuya moraleja, eso al
menos entiendo yo, es que haga uno lo que haga siempre será criticado. Por
ello, cada cual debe hacer lo que considere justo y necesario, sin prestar
atención a los comentarios ajenos.
Sin
embargo, cuando esos comentarios proceden de personas cercanas o
bienintecionadas, el comentario puede cobrar la categoría de consejo y, si bien
uno ha de tomar sus propias decisiones, sopesar y considerar los consejos
siempre es un síntoma de prudencia. Por eso, como muchos lectores y amigos me
han aconsejado que me deje de tanta literatura y entre más en materia, esta
semana me limito a recomendarles la lectura, o relectura, durante los días de
asueto de la Semana Santa en ciernes, de cinco obras que considero entre mis
favoritas: El Quijote, de Miguel de Cervantes, La ciudad y los perros,
de Mario Vargas Llosa, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, de Haruki
Murakami, Desgracia, de J.M. Coetzee, y 2666, de Roberto Bolaño.
Entrando
en materia, podríamos volver al asunto inicial, las críticas, más o menos
aceradas, y los consejos, más o menos acertados. Algunos de estos consejos, ya
institucionalizados en la antigua Roma, deberían aplicarse a todos los órdenes
de la vida y, muy especialmente, a la forma de hacer política hoy en día.
Cuenta la tradición que el Senado romano siempre colocaba tras los generales
victoriosos, cuando hacían su entrada triunfal en la ciudad, un esclavo cuyo
único cometido era susurrar al oído del héroe la frase “Respice post te! Hominem te esse
memento!” (¡Mira tras de ti! ¡Recuerda que eres un hombre!). Sin duda, esta
anécdota ejemplifica un buen consejo: “actúa como un hombre y no como un dios”.
Pero, los textos clásicos también nos dan ejemplos de buenos consejeros que,
precisamente por ello, acabaron mal; tal es el caso de Séneca, maestro y asesor
de Nerón, hasta que, perdida su ascendencia sobre el emperador, fue obligado por
éste a suicidarse.
Veinte
siglos más tarde no hemos aprendido nada. Los políticos, lejos de hacer caso a
los que intentan que pisen la tierra, como el esclavo, o de dejarse aconsejar
por gente más inteligente que ellos, como en el caso de Séneca y Nerón, siempre
terminan por rodearse, o dejarse rodear, por una cohorte de aduladores
insensatos y mentecatos que lo único que buscan es medrar a la sombra del poder
y alimentarse de sus migajas y sus despojos.
Lo
mismo sucede a la hora de confeccionar las listas electorales. Yo siempre he
sido de la opinión de que el que deba confeccionar una candidatura electoral
para una institución, pongamos por caso el Ayuntamiento de Elche, debería
hacerlo con una premisa fundamental: que los componentes de esa lista fueran personas
con una gran preparación y que jamás tuvieran miedo a decirle Hominem te esse memento!.
Dentro
de un año justo, los partidos políticos se encontrarán en pleno proceso de
elaboración de las candidaturas para las elecciones locales, además de autonómicas
y europeas. De manera que, del mismo modo que me he permitido la petulancia de
recomendarles cinco lecturas para esta Semana Santa, me voy a arrogar la
potestad de dar también cinco consejos a los líderes de los principales
partidos políticos de la ciudad para que, a la hora de incluir personas en sus
listas, lo hagan con cierto criterio.
El
primero, no ponga en su lista a nadie que desee fervorosamente estar en ella;
esos fervores suelen ocultar motivos espurios. El segundo, no incluya a nadie
que no haya demostrado que se puede ganar la vida perfectamente al margen de la
política; no se puede pedir la confianza en personas que nada han demostrado.
El tercero, no confíe en aquéllos que mudan de opinión sobre los asuntos o
sobre las personas con demasiada facilidad; si ya cambiaron de bando en una
ocasión, lo volverán a hacer. El cuarto, nunca
jamás tome en consideración al que siempre le dé la razón, sus consejos
no le aportarán nada. El quinto y último que, como en los mandamientos, es
resumen de todo la anterior: confeccione la lista pensando en la ciudad, no en
usted, ni en su partido.
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