EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

Publicado en Diario Información el 19 de octubre de 2018

ESPERANDO A GODOT


El corazón de las tinieblas

Que la política empieza a no interesar a nadie es algo que tiene claro ya hasta el mismísimo Presidente del Gobierno. Tan es así que el pasado martes decidió llevar una niña de nueve años al Palacio de la Moncloa, acaso como un esfuerzo didáctico para inculcar en las nuevas generaciones el gusto por el servicio público.

Loable intención la del Dr. Sánchez. Aunque yo, no sé si por deformación profesional o porque, como habrán inferido por anteriores artículos, no le profeso una especial simpatía a nuestro Presidente, más allá del respeto debido por su cargo, me hago dos elementales preguntas: ¿No debería la niña haber estado en el colegio en un día lectivo? ¿No debería el Presidente haber estado trabajando, en lugar de haciendo el canelo?

Lo único que espero es que el padre de la criatura no tenga un coche diésel ni sea autónomo porque, en ese caso, es muy probable que la niña se haya visto en la obligación de ponerle las peras al cuarto al mandatario cuando haya intentado explicarle eso de que su proyecto de presupuestos es muy social y que sólo le sube los impuestos a los malvados ricos.

De lo que sí estoy absolutamente convencido es de que Irene, creo que así se llama, le habrá contado a Sánchez la receta de la felicidad que ya expresaba Dickens, en boca de Mr. Micawber, el conocido personaje de su novela David Copperfield: "Annual income twenty pounds, annual expenditure nineteen [pounds] nineteen [shillings] and six [pence], result happiness. Annual income twenty pounds, annual expenditure twenty pounds ought and six, result misery." (Ingresos anuales veinte libras, gasto anual diecinueve (libras), diecinueve (chelines) y medio, resultado felicidad. Ingresos anuales veinte libras, gasto anual veinte libras y media, resultado miseria).

Por cierto, algo muy similar a lo que pensaba Mr. Micawber deben haber pensado las miles de familias ilicitanas acreedoras de las prometidas ayudas para el pago del IBI y que aún no las han recibido. Se hace muy difícil comprender la falta de previsión por parte del Equipo de Gobierno que, habiendo dispuesto de dos meses para hacerlo, no realizó la pertinente modificación presupuestaria para que las familias más humildes de Elche pudieran recibir a tiempo las ayudas a las que tenían derecho. SUMA Gestión Tributaria no es tan torpe como el Ayuntamiento, por lo que sí ha girado en tiempo y forma los correspondientes recibos a estas familias, lo que supondrá que muchas de ellas, que no hayan sido debidamente informadas, tendrán que afrontar ahora un recargo en el pago del impuesto.

Pero bueno, hemos convenido que estamos todos algo hastiados con la política, de modo que volvamos, como siempre, a centrarnos en la literatura. Esta semana me gustaría presentarles, y recomendarles de forma encarecida su lectura, una novela corta, no tiene más de cuarenta mil palabras, pero que describe de una forma realmente asombrosa un viaje a la parte más recóndita y brutal del África colonial de finales del siglo XIX y supone, asimismo, un recorrido por las partes más oscuras del alma humana. Me refiero a El Corazón de las tinieblas, escrita por Joseph Conrad en 1899.

La famosa novela de Conrad, quizás una de las mejores de todos los tiempos, se basa en un viaje real que realizó el autor al Congo Belga en 1890, durante el terrible reinado de Leopoldo II. Trata de un viaje fantástico y de gran imaginación para encontrar a un tal Kurtz, que ha perdido el juicio en medio de la selva africana; al mismo tiempo, relata un viaje interior, una introspectiva metafórica sobre las turbias aguas del alma humana. Pero también es un viaje político al corazón del oscuro colonialismo europeo, un viaje a ninguna parte, una pesadilla terrorífica.

Es curioso que un pueblo como el belga, que ahora se permite el lujo de darnos lecciones de civilización y democracia, tenga un pasado tan oscuro. Resulta frecuente que quien más deba callar sea el que, precisamente, se arrogue una suerte de superioridad moral sobre los demás.

Tan curioso como que los mismos políticos que han abandonado a su suerte a las pedanías de Elche los últimos tres años y medio, corten ahora ufanos la cinta inaugural de la Fireta del Camp d’Elx (evento, por cierto, sobre el que se podrían escribir ríos de tinta). No es que se produzcan, de vez en cuando, paradojas. Es que vivimos instalados en la paradoja.


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