UN MUNDO FELIZ
Publicado en Diario Información el 2 de marzo de 2018
ESPERANDO A GODOT
Un
mundo feliz
Un mundo feliz es la obra cumbre del
escritor británico Aldous Huxley. Publicada por primera vez en 1932, muchos la
han considerado una profecía sobre un futuro distópico. Sin embargo, más que
una profecía científica, la novela supuso una crítica satírica de su propia sociedad.
Huxley describe un lugar siniestro y carente de amor, en un intento de alienar
a los lectores con la descripción de una sociedad ideal, gracias a los avances
biotecnológicos y a las drogas de diseño, pero carente de valores y
sentimientos fundamentales para el ser humano.
Seguramente, los
coetáneos de Huxley, como les ocurrió también a los de Julio Verne, no podían
ni imaginar el progreso que en estos últimos años ha alcanzado la humanidad.
Tampoco los que hemos rebobinado cintas de casete con un bolígrafo Bic,
o hemos aprendido dactilografía en una máquina de escribir Olivetti 45,
barruntábamos que escucharíamos música, escribiríamos, hablaríamos e, incluso,
buscaríamos la información en un aparato que ya es un apéndice de nuestro
cuerpo: el teléfono móvil.
Precisamente, esta
semana se ha celebrado en Barcelona el Mobile World Congress, la cita
más importante del mundo para el sector, que no sólo exhibe las últimas
novedades en comunicación y teléfonos móviles, sino que también es el mayor
escaparate de los últimos avances en campos como la realidad virtual, la
robótica o la inteligencia artificial.
Este año, por
desgracia, el MWC, además de mostrar los avances en inteligencia artificial, ha
puesto también de manifiesto el retroceso en inteligencia emocional, educación
y lealtad institucional, representados por el nacionalista Roger Torrent y la
podemita Ada Colau, con los desplantes que han hecho al Rey y las
movilizaciones que han promovido, que pueden provocar que Barcelona deje de ser
la sede de este importantísimo evento.
Pero, ciñéndonos al
campo estrictamente tecnológico del MWC, el tema estrella de la edición de este
año ha sido las redes 5G. Se espera que esta tecnología comience a implantarse
de forma más o menos generalizada el año 2020. Sus principales características
suponen un ancho de banda cien veces superior al actual y una latencia
(velocidad de respuesta) muy baja, lo que permitirá una respuesta en tiempo
real que hará posible los coches autónomos, la realidad virtual, la cirugía asistida
por robots y, en general, lo que ha venido en denominarse el “Internet
de las Cosas”.
El Internet de las
Cosas o “IoT”, por sus siglas en inglés, se trata de una red que
interconecta objetos físicos valiéndose de Internet. Estos objetos se valen de
sistemas embebidos, o lo que es lo mismo, hardware especializado que le permite
no solo conectarse a la red, sino que además
programa eventos específicos en función de las tareas que le sean dictadas
remotamente.
Las redes 5G y el IoT
supondrán una revolución tecnológica y de cambio de modelo económico y
productivo sin parangón y nuestra ciudad debe preparase para ello. De hecho,
Telefónica ha iniciado una experiencia piloto para aplicar las redes 5G en dos
ciudades españolas, Segovia y Talavera de la Reina. El motivo de elegir éstas y
no otras ha sido, en palabras del presidente de la multinacional española en
nuestro país, Luis Miguel Gilpérez, que “...ambas localidades castellanas
-afectadas por una crisis de modelo de actividad y una alta tasa de paro juvenil-
pueden contribuir a "crear polos industriales y económicos" ligados a
las nuevas tecnologías. "Serán hubs de creación de novedades, de crear
ingenios e impulsar los ecosistemas locales de casos de uso.”
En una reciente visita
a Elche, con motivo de una convención nacional sobre pymes y autónomos, el
Presidente del Gobierno dejó claro que la digitalización es uno de los grandes
retos que deberá afrontar la sociedad española en los próximos años. Dado que
nuestra ciudad no ha sido agraciada con una “lotería” como la de Segovia y
Talavera, a pesar de compartir los mismos problemas, debemos trabajar para
estar preparados cuando esta revolución en ciernes sea un hecho. No hacerlo
sería algo similar a intentar competir con una rueca frente a los telares durante
la Revolución Industrial en Inglaterra.
El principal problema
es que Elche es una città diffusa. La población de las pedanías casi se
ha doblado en lo que va de siglo, pasando de 27.000 habitantes en el año 2000 a
los más de 42.000 en la actualidad, de un total para la ciudad de Elche que ha
ido disminuyendo hasta los 228.675 empadronados en 2017. Estas pedanías tienen
una carencia de servicios evidente, siendo la brecha en la velocidad de
conexión a Internet una de las más flagrantes.
El objetivo último de
las empresas es ganar dinero. El de las administraciones públicas favorecer la
igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. Quizás para las primeras
no sea rentable mejorar la conectividad en las zonas rurales, pero las segundas
deberían tomar medidas para garantizar que ese servicio se preste en
condiciones óptimas para esa quinta parte de la población que vive en el campo.
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