LÁGRIMAS EN LA LLUVIA

Publicado en Diario Información el 23 de noviembre de 2018

ESPERANDO A GODOT


Lágrimas en la lluvia

Ha transcurrido la mayor parte del mes de noviembre marcado por la lluvia y, por lo tanto, por la melancolía. Días, tardes y noches que, de no ser por las obligaciones laborales o de otra índole, lo que invitan es a quedarse tras los cristales de casa, contemplando el repiqueteo de las gotas contra los cristales. Un mes en el que, fruto del cambio climático, o acaso de todo lo contrario, pues en nuestra geografía las lluvias torrenciales de otoño siempre se han producido de forma cíclica, este meteoro nos ha acompañado con inusitada frecuencia.

El caso es que, debido a la pertinaz escasez de precipitaciones que son consustanciales a una buena parte de España, nuestro acervo cultural ha desarrollado una suerte de sabiduría popular en torno a la lluvia, sabiduría que se plasma, de una forma extremadamente elocuente, en nuestro refranero. Son frases y aforismos acuñados por nuestro pasado, eminentemente agrario, entre las que encontramos algunas realmente curiosas como Cielo aborregado, a los tres días mojado; Sol que pica, agua indica; Hormigas acordonadas, pronto mojadas; Golondrina en bajo vuelo, anuncia agua en el cielo.

No obstante, en pleno siglo XXI, es obvio que no es necesario recurrir al refranero para predecir el tiempo, sino que podemos valernos de otros métodos con un rigor y solvencia científica demostrados. Para eso existe en España la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Precisamente, gracias a la AEMET, el pasado domingo por la tarde sabíamos que el norte de la provincia de Alicante se encontraba en situación de “aviso rojo” por lluvias, lo que implica que el riesgo meteorológico es extremo. En el caso de Elche y el Baix Vinalopó, el nivel de aviso era “naranja”, es decir, se consideraba la posibilidad de un riesgo meteorológico importante.

Por ese motivo, muchos alcaldes de la zona más septentrional de nuestra provincia, especialmente de la Marina Alta, en uso de la prerrogativa que la ley les otorga en este caso, decretaron, durante la tarde noche del domingo, la suspensión de las actividades docentes en los centros de sus respectivas poblaciones para el lunes, 19 de noviembre. Una decisión a la que el desarrollo de la jornada le dio la razón, puesto que las fuertes precipitaciones que asolaron esa zona habrían supuesto un peligro para niños, jóvenes, familias y docentes, especialmente en sus traslados de ida y vuelta entre sus domicilios y sus respectivos colegios e institutos. Enhorabuena, por tanto, a los primeros ediles de estas localidades por tomar una medida adecuada en tiempo y forma y, por supuesto, a las fuerzas y cuerpos de seguridad y a los servicios de emergencia por el dispositivo desplegado y el magnífico trabajo realizado en pro de la seguridad de toda la ciudadanía.

La situación de aviso naranja que imperaba en Elche, como hemos dicho, habría justificado tanto la suspensión de las clases ese día, como lo contrario. De hecho, en nuestro municipio se interrumpió la actividad lectiva y no así en Santa Pola y Crevillent, con el mismo nivel de aviso por precipitaciones. Aunque, como también dice el refranero, nunca llueve a gusto de todos, ni una decisión ni la otra son censurables. Cada municipio, en función de la evaluación que se realice del riesgo potencial, con los datos que los servicios de emergencia aportan, puede tomar las medidas que considere oportunas primando, cómo no, la seguridad de las personas, máxime si se trata de niños, como en este caso.

Es por ello, que no he oído a nadie censurar el hecho en sí de decretar la suspensión de las clases en nuestra ciudad ese día. A pesar de que finalmente no llovió, la previsión era de que lo podía haber hecho con cierta intensidad. Ahora bien, lo que sí es absolutamente susceptible de crítica es la gestión que de esa interrupción de las clases se hizo. Mientras en la mayoría de las poblaciones ya se había advertido la noche del domingo de dicha circunstancia, en Elche no se supo hasta bien pasadas las siete de la mañana del lunes. Este hecho ocasionó que las rutas de transporte escolar de los institutos ya estuvieran en marcha y que muchos padres no se enteraran hasta que se les comunicó a la puerta del colegio. Si, como afirmaba, el mayor riesgo en caso de lluvia se produce en los desplazamientos, en este caso no sólo no se evitó ese riesgo, sino que en caso de haberse producido una precipitación considerable habría sido aún mayor.

Me tendrán que disculpar esta semana, pues no les he hablado de literatura, de modo que, dado que lo que ocurre en Elche parece de ciencia ficción, me gustaría terminar con el monólogo del replicante Batty con el que finaliza la película Blade Runner: "Yo he visto cosas que vosotros jamás creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir."

Lágrimas en la lluvia, dice el replicante. Lágrimas en la lluvia también es una novela, que les recomiendo, de Rosa Montero. Lágrimas en la lluvia también es lo que derramaron algunos progenitores, el lunes por la mañana, a la puerta del colegio, como consecuencia, una vez más, de la mala gestión de nuestra concejala de Educación.

 

 

 

 

 


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