LA METAMORFOSIS

PUBLICADO EN DIARIO INFORMACIÓN EL 20 DE SEPTIEMBRE DE 2019


 ESPERANDO A GODOT

La metamorfosis

“Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregor Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades, sobre el cual casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas patas, penosamente delgadas en comparación con el grosor normal de sus piernas, se agitaban sin concierto.”

El párrafo entrecomillado anteriormente corresponde al comienzo de la novela de Franz Kafka La metamorfosis, cuyo título original es Die Verwandlung. Precisamente fue en esa, su versión original, mi lectura de esta novela, hace muchos años, siendo yo estudiante de alemán en la Escuela Oficial de Idiomas de Elche, cuando ésta aún se encontraba en unos locales provisionales, cedidos por el Ayuntamiento, en Huerto Ripoll (nada que ver con las magníficas instalaciones de las que ahora gozamos, entre el IES Misteri d’Elx y la UMH de Elche).

El protagonista de La metamorfosis, Gregor Samsa, es el hijo de una familia de clase media de Praga, de principios del siglo XX. Una familia filistea, involucrada sólo en los aspectos materiales de la vida, y de gustos absolutamente vulgares. Cinco años antes de la inquietante escena con que se abre el libro, los negocios del padre de Gregor habían quebrado, por lo que éste había tenido que emplearse con uno de los acreedores para poder enjugar la deuda paterna de forma paulatina. Su trabajo, como representante de paños, le obligaba a pasar largas temporadas fuera del hogar, pero precisamente la noche de la transformación que describe Kafka, Gregor estaba durmiendo en casa con sus padres, su hermana Grete y las criadas.

Se trata de una novela inquietante, sobre cuyo significado los propios críticos literarios no se ponen de acuerdo. Comenzando por la propia naturaleza del ser en que se transforma Gregor, que ha suscitado grandes discusiones entre entomólogos y lingüistas, dado que Kafka utiliza, de forma intencionada para fomentar esa duda, la palabra alemana Ungeziefer para describirlo. El término Ungeziefer se podría traducir por bicho, alimaña o animal impuro. Por ese motivo, muchos lectores imaginan al pobre Samsa transformado en una gran cucaracha o en una especie de escarabajo, cuando el propio Kafka prohibió a su editor, cuando apareció la novela por primera vez en 1915, que incluyera cualquier imagen que pudiera llevar al lector a barruntar la criatura a que se refería.

Epitomando lo mucho que se ha escrito sobre esta obra, podríamos concluir que existen tres puntos de vista fundamentales sobre su significado: una teoría psicológica, una teoría social y una teoría feminista. La interpretación psicológica, apoyada también por el hecho de que Kafka era coetáneo de Sigmund Freud, se basa en el hecho de que el joven Franz tuvo una complicada relación con su padre, por lo que la novela se podría entender como un intento de romper con esa dependencia emocional o, al menos, verbalizarla. La cuestión es si Gregor Samsa se convierte de verdad en un gigantesco bicho o si, por el contrario, es así como era visto a los ojos de los demás.

Desde un punto de vista social, una de las explicaciones más extendidas es que Kafka trataba de exponer las presiones a las que la sociedad de la época sometía al individuo, poniendo como ejemplo paradigmático a la familia Samsa y, más concretamente, al personaje de Gregor, que en la novela se transforma, literalmente, de un ser humano normal y corriente, con capacidad de ser útil y productivo, en un ser extraño que no puede siquiera mostrarse ante los demás.

La teoría feminista de la novela de Kafka ha sido defendida por Nina Pelikan Strauss, profesora emérita de literatura en el Purchase College de la Universidad Pública de Nueva York, que sostiene que la verdadera metamorfosis de la obra no es la que sufre Gregor, sino que el título está dedicado a su hermana, Grete, y a la transformación que experimenta, de ser una niña con sus sueños de llegar a ser una gran violinista en el futuro, a la cruda realidad de convertirse en una mujer adulta cuyo único rol en la sociedad será el de esposa y madre.

Elche también se despertó un día metamorfoseado. No sé en qué momento se produjo esa transformación en la que una ciudad otrora dinámica, emprendedora, bulliciosa y afable, se tornó inactiva, apocada, silenciosa y desabrida; pero puedo barruntar las causas y, como en la novela de Kafka, creo que tienen una triple vertiente, psicológica, social y, por qué no, feminista. Una vertiente psicológica porque los ciudadanos hemos caído en la abulia por nuestra ciudad, abulia fomentada por el hecho de que los políticos que nos gobiernan sólo miran por su interés y el de los suyos. Una social, porque vemos como la brecha entre los ciudadanos con un empleo fijo y bien remunerado, generalmente personas entre 45 y 55 años, y aquéllos con trabajos precarios y mal pegados, fundamentalmente los jóvenes, es cada vez más insalvable. Otra feminista, porque la mano de obra fundamental para levantar la industria del calzado, que hizo de Elche lo que es, fue mano de obra de mujeres que son ahora pensionistas precarias por no haber cotizado; pero no se preocupen, los grupos políticos saldrán el día 9 de marzo a leer un manifiesto y a soltar globitos morados.

Perdonen el ataque de pesimismo, quizás haya sido el tiempo lluvioso. No se preocupen, siempre que ha llovido ha escampado. Pero en España se ciernen unos nubarrones de crisis económica muy grave y Elche no se encuentra en la mejor tesitura para protegerse de ellos.


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