EL PARAÍSO POLÍGLOTA
Publicado en Diario Información el 19 de mayo de 2017

ESPERANDO A GODOT



El paraíso políglota

Juan Ramón Lodares, discípulo y colaborador en su día del académico Gregorio Salvador, fue un doctor en Filología Hispánica por la Universidad Complutense y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, a quien un desgraciado accidente de tráfico segó su vida en 2005, cuando contaba tan sólo con 46 años.

A pesar de su corta vida, el profesor Lodares nos dejó un gran número de artículos y ensayos, fruto de su labor investigadora en la Universidad y de sus numerosas colaboraciones en varios medios de comunicación, así como cuatro obras, fundamentales para entender la situación del idioma español y la realidad sociolingüística de nuestro país: El paraíso políglota (Taurus, 2000), Gente de Cervantes: Historia humana del idioma español (Taurus 2001), Lengua y patria (Taurus 2002) y El Porvenir del Español (Taurus 2005).

El paraíso políglota tiene, a su vez, un revelador subtítulo que nos anticipa el contenido del ensayo: Historias de lenguas en la España moderna contadas sin prejuicios. Justamente, cuando hablamos de supuestos conflictos lingüísticos, o de cuestiones como la mal llamada «normalización» lingüística, nos vemos abocados a incurrir en el anatema de luchar contra los mitos de lo políticamente correcto.

Entre esos mitos que el doctor Lodares intenta desmontar se encuentran algunos clásicos: el mayor de ellos que el castellano, o español como al filólogo gusta llamar, se ha impuesto a las demás lenguas ibéricas por el empeño de los gobernantes, cuando en realidad ha sido por la necesidad de los españoles de entenderse y relacionarse en una lengua común.

Otro clásico, que también aborda El paraíso políglota, es el de la acérrima persecución de Felipe V contra el catalán, y contra el resto de lenguas que se hablaban en España, en aras de una supuesta predilección del monarca por el castellano; cuando la realidad era que al Borbón, apodado «el Animoso», tanto le daba una lengua como la otra, pues la única en la que él sabía expresarse era el francés.

En cuanto a la normalización lingüística, a la que hacía referencia anteriormente, se opone, en palabras de Juan Ramón Lodares al realismo lingüístico, es decir, «?el interés de los hablantes por pasarse a la lengua que a su juicio les brinda más oportunidades. En términos generales, la lengua que más atrae a nuestros realistas es el español, a casi nadie le interesa perderlo o dejar de dominarlo. Por eso el combate del nuevo tradicionalismo no es un combate contra el español en sí (…). El combate es mucho más preocupante, porque lo es contra el realismo lingüístico, es decir, contra personas que quieren elegir y se ven coartadas» ( El paraíso políglota, Juan Ramón Lodares, Editorial Taurus, Madrid 2000, páginas 266-267).

Por desgracia, los conflictos que el profesor Lodares ya vislumbraba a principios del presente siglo están cobrando especial relevancia hoy en día. Vaya por delante, para no levantar suspicacias, que amo el castellano, por ser mi lengua materna, y amo también el valenciano, por ser la lengua de mi mujer y de mi hijo, que ha cursado toda su educación primaria y secundaria en este idioma.

Pero lo que es inaceptable es que las lenguas sirvan para levantar muros y no para tender puentes. Nadie puede comprender, por ejemplo, como magníficos profesionales de la educación no pueden ejercer su magisterio en nuestra comunidad por no dominar una de las dos lenguas que aquí son oficiales.

Como tampoco nadie entiende que, con el nuevo Decreto de Plurilingüismo de la Conselleria de Educación, a la enseñanza en una lengua oficial se le llame nivel básico, mientras que la enseñanza en la otra lengua oficial se le llame nivel avanzado. Soy filólogo y sé cuando las palabras se eligen con un sesgo intencionado.

La Comunidad Valenciana en general, y Elche en particular, siempre han destacado por el respeto entre los hablantes de una y otra lengua. El marco legal existente hasta ahora en las escuelas permitía que fueran los padres los que eligieran la lengua vehicular en que estudiaban sus hijos: línea en valenciano o línea en castellano. Con el nuevo paradigma, van a ser los centros los que elijan la lengua, no los padres.

Sé que las autoridades educativas lo que pretenden es fomentar la lengua que se encuentra en retroceso, pero deben ser conscientes que eso sólo se consigue convenciendo. La imposición siempre causa el efecto contrario al deseado.

Si no somos cuidadosos, no conseguiremos ciudadanos bilingües (ni mucho menos trilingües). Lo que vamos a educar son alumnos «semilingües» en dos, o incluso en tres, lenguas.















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