EN EL CALOR DE LA NOCHE
Publicado en Diario Información el 30 de junio de 2017

ESPERANDO A GODOT

En el calor de la noche

In the Heat of the Night (En el calor de la noche) es un thriller policíaco de 1967, que se desarrolla en la pequeña ciudad de Sparta, Mississippi, durante un caluroso verano. La película está basada en la novela homónima escrita por John Ball en 1965.

El elegante Sidney Poitier interpreta el papel de Virgil Tibbs, un detective de homicidios de Filadelfia. Tibbs es acusado, por motivos eminentemente racistas, de un asesinato cuya investigación tiene frustrada a la policía de la pequeña localidad sureña.

El sheriff local, Gillespie, se muestra encantado de haber dado con un sospechoso, pero cuando Tibbs le muestra su placa y le demuestra que él no es el asesino, mantiene la suficiente sangre fría para reconocerlo e, incluso, permitir que el detective afroamericano colabore en la resolución del caso.

La novela de John Ball, y la magistral película ganadora de cinco premios “Oscar”, aparte de ser una magnífica historia policíaca, también son un reflejo del estado de ánimo de la sociedad del sur de los Estados Unidos, en una época en la que el movimiento en defensa de los derechos civiles empezaba a tomar cuerpo.

El título de la película, En el calor de la noche, es una metáfora de lo asfixiante que resultaba vivir en Mississippi en los años sesenta del siglo pasado para la población negra, en un lugar en el que el calor también es literal; los que habitamos en una latitud como la nuestra conocemos esas noches calurosas y húmedas que impiden un normal descanso y que nos predisponen para un peor humor por la falta de las necesarias horas de sueño.

Hablando ya únicamente del calor real, lo cierto es que la percepción que tenemos es que los vaticinios de los científicos sobre el calentamiento global empiezan a cumplirse. La alta emisión de gases de efecto invernadero a lo largo del siglo pasado están provocando una serie de cambios en los patrones meteorológicos que, dependiendo del área geográfica, empiezan a ser cada vez más patentes.

En la región en la que se asienta Elche, el efecto del calentamiento global podría tener unas consecuencias especialmente nefastas. Los científicos del CSIC y de la Universidad de Alicante han advertido, en estudios recientes, que la temperatura del Mediterráneo ha llegado a alcanzar, en algunas zonas, valores de 30º C, lo que supone un incremento de 3'5º C sobre la temperatura máxima habitual.

Esos cambios en la temperatura del mar provocan, a su vez, la regresión de especies fundamentales para el entorno marino, como la posidonia, una planta que es un verdadero indicador de la salud de nuestro mar, al tiempo que provocarán que los episodios de sequías, seguidos de devastadoras gotas frías, sean cada vez más acuciantes.

Es obvio que tenemos que seguir ahondando en las medidas que ya se han comenzado a aplicar para mitigar, en la medida de lo posible, el calentamiento global. En este capítulo las administraciones públicas y las grandes empresas tienen un papel relevante. Pero, con todo, lo más importante es la concienciación de la población y la educación.

Los ciudadanos tienen que ser conscientes de la importancia de acciones tan simples como separar la basura para su posterior reciclaje. Cada español genera una media de 1'6 kilos de basura al día, lo que supone una cifra global de 25 millones de toneladas de residuos al año. Una buena gestión de las basuras podría evitar el vertido del 90% de esos residuos.

Dado que nuestro Ayuntamiento se encuentra, al parecer, en fase de licitar una nueva contrata del servicio de limpieza y gestión de residuos urbanos, debería tomar nota de todas estas cuestiones y procurar un servicio que mejore no sólo la limpieza viaria, que deja bastante que desear últimamente, sino también las cuestiones medioambientales en cuanto a tratamiento y reciclaje de la basura.

Por lo que se refiere a la educación, los colegios e institutos desempeñan un papel fundamental. Me consta que todos ellos imparten, tanto dentro del currículo oficial, como de forma transversal y a través de campañas específicas, una excelente educación ambiental, que fomentará que esos niños se conviertan en ciudadanos respetuosos con su entorno y con el planeta.

Lo que está claro, en definitiva, es que ya casi nadie discute el cambio climático que está incidiendo en el calentamiento del planeta. Los pocos que lo niegan no tienen argumentos científicos, sólo ideológicos. Entre estos últimos imagino que se encuentran los representantes del sindicato mayoritario en la enseñanza pública, pues cuando gobernaba el PP se quejaban de los sofocos y desmayos que se producían en las aulas, mientras que ahora no dicen nada. Parece que los cambios políticos producen también inversiones térmicas.


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