INTEGRACIÓN POR SUSTITUCIÓN

Publicado en Diario Información el 14 de mayo de 2022


Esperando a Godot

 

Integración por sustitución


Rememoro con cierta nostalgia aquellos años del siglo pasado, cuando era estudiante de BUP y COU. La primera sensación que me viene a la mente es de agradecimiento. Agradecimiento a muchos magníficos profesores que tuve por aquel entonces y agradecimiento a la fortuna que me permitió estudiar en un sistema educativo aún no contaminado por la LOGSE y las pseudo ciencias pedagógicas que vinieron con ella.

 

Lo cierto es que fueron cuatro años, especialmente en COU, en los que debíamos aplicarnos con mucho ahínco para superar algunas asignaturas. Todavía recuerdo en ese curso previo a la universidad, en el que yo opté por un itinerario de ciencias puras, aunque después me dedicara a otros menesteres en mi devenir académico y profesional, las gotas de sangre, sudor y lágrimas que derramé para aprobar las matemáticas.

 

Dentro del temario de esa materia en concreto, había una parte dedicada a las integrales. Para resolverlas, aprendimos que había diferentes métodos, en función del planteamiento. Uno de ellos era el conocido como “método de integración por sustitución o cambio de variable” basado en la derivada de la función compuesta. Para cambiar de variable identificamos una parte de lo que se va a integrar con una nueva variable “t”, de modo que obtenemos una integral más sencilla.

 

No sé cómo se han sentido ustedes al leer el párrafo anterior. Imagino que casi todos, salvo los que tengan conocimientos de matemáticas, se habrán quedado perplejos o acaso imaginando que a la hora de escribirlo había consumido algún psicotrópico, al estilo de los autores surrealistas. Pues de esa misma forma me quedé yo el martes pasado cuando oí a la ministra de Defensa, Margarita Robles, intentando defender, valga la redundancia, algo tan inexplicable como que la destitución de Paz Esteban, directora del CNI, no era tal, sino una “sustitución”.

 

El Boletín Oficial del Estado, que no entiende de integrales por sustitución ni de gaitas, publicaba al día siguiente el Real Decreto 351/2022, con el siguiente texto: “A propuesta de la Ministra de Defensa, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 10 de mayo de 2022, Vengo en disponer el cese de doña Paz Esteban López como Secretaria de Estado Directora del Centro Nacional de Inteligencia, agradeciéndole los servicios prestados.”

 

Conozco personas, votantes de derechas, que pensaban (yo mismo lo hacía) que Margarita Robles era de lo poco que se podía salvar de un gabinete que, analizándolo fríamente, es para echarse a temblar. Algunos de ellos, de hecho, aún siguen pensado igual, arguyendo que es una mujer muy válida y que no le quedaba más opción que continuar al frente del ministerio para que el CNI no cayera en manos de otros miembros del Gobierno con menos escrúpulos. A mí no me sirve esa argumentación. Si la señora Robles quiere enjugar la sensación de alipori que nos embargó a todos durante su comparecencia, tiene que dimitir.

 

No obstante, también debemos admitir que mujeres como Margarita Robles hacen falta en política y en todos los ámbitos de la vida. La ministra, a pesar de todas las críticas que ha recibido esta semana, y a las que yo me acabo de sumar, es una persona que ha cosechado grandes éxitos profesionales (es magistrada y fue la primera mujer que presidió una sala de lo Contencioso-administrativo, la primera en presidir una audiencia y la tercera en llegar al Tribunal Supremo) y políticos (ha sido secretaria de Estado de Interior durante los gobiernos de Felipe González y es ministra de Defensa desde 2018) por méritos propios, no como otras que se dicen feministas y han medrado por matrimonio.

 

Además, justo es reconocer también que la señora Robles sabe hablar y, al menos yo no la he oído nunca, no utiliza ese absurdo e innecesario desdoblamiento del castellano que llaman “lenguaje inclusivo”. Desdoblamiento que, llevado a sus más altas cotas de estulticia conduce a escuchar afirmaciones como la que hizo esta misma semana la ministra de Sanidad, Carolina Darias, cuando a preguntas de los periodistas sobre la línea telefónica creada para prevenir conductas suicidas, respondió que dicho servicio, necesario sin duda, sería atendido por “profesionales y profesionalas”.

 

Al hilo de estos despropósitos me gustaría elevar, con toda modestia, un ruego a nuestros políticos de izquierdas (a los de Elche también, que han sucumbido a la moda con fruición): nos pueden engañar, nos pueden esquilmar a impuestos, nos pueden hacer comulgar con ruedas de molino en muchos ámbitos, pero, por favor, respeten el idioma común de todos los españoles y que constituye uno de nuestros principales activos.


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