EL EMÉRITO Y LOS EMÉTICOS

Publicado en Diario Información el 28 de mayo de 2022

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El emérito y los eméticos


El diccionario de la Real Academia define el término emérito con las siguientes acepciones: “Dicho de una persona, especialmente de un profesor: Que se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones; En la Roma antigua, dicho de un soldado: Que había cumplido su tiempo de servicio y disfrutaba la recompensa debida a sus méritos.”

 

Mi afición, de sobra conocida, por la civilización romana y el legado indeleble que ha dejado en nuestra cultura y nuestras costumbres, hace que me guste especialmente la segunda definición de esta bonita palabra. La provincias romanas de Hispania fueron, tras las de la península Itálica, las más romanizadas del Imperio. La península Ibérica fue dividida en tres: Baetica, con capital en Corduba (Córdoba), Lusitania con capital en Augusta Emerita (Mérida); y Tarraconensis o Hispania Citerior, con sede en Tarraco (Tarragona).

 

Precisamente, el nombre que se dio a la capital de la Lusitania tiene que ver con la segunda acepción que recoge la RAE. La actual Mérida, capital de la comunidad autónoma de Extremadura, fue fundada en el año 25 a. C. como Augusta Emerita, por orden del emperador Octavio Augusto, con la función de albergar a los soldados licenciados de las campañas de las guerras cántabras, pertenecientes a las legiones V Alaudae y X Gemina. Pronto se convirtió en una de las ciudades más importantes de la Hispania Romana, con un tamaño suficiente para abastecer una guarnición de 90.000 hombres.

 

Gracias al esplendor que alcanzó la ciudad entonces, podemos hoy visitar auténticas maravillas como el puente romano que atraviesa el río Guadiana, y que fue uno de los más largos del Imperio, los edificios públicos con los que solían contar la ciudades romanas, como el magnífico teatro -utilizado aún hoy en día durante el célebre certamen de teatro clásico que se celebra anualmente-, el anfiteatro y el circo, además de otras edificaciones civiles y casas particulares, de las que se conservan muestras de los magníficos mosaicos que decoraban pavimentos y paredes.

 

Pero, además, Mérida ha sabido hacer de su patrimonio un atractivo turístico que ha elevado ese sector hasta convertirlo en uno de sus principales activos, siendo uno de sus grandes motores el Museo Nacional de Arte Romano. El museo es obra del prestigioso arquitecto Rafael Moneo. Se trata de un edificio de tamaño ciclópeo, construido con un uso repetitivo de arcos de medio punto, ladrillo y hormigón, de forma que se recrea un edificio de época tardorromana. Si bien el continente es un espectáculo en sí mismo, en su interior podemos admirar una de las mejores colecciones de mosaicos y esculturas romanas de España y del mundo, si exceptuamos Italia.

 

Volviendo al diccionario de la RAE, una de las palabras que por orden alfabético se encuentra próxima a emérito es emético. Dice la definición que el adjetivo, o sustantivo masculino, emético se aplica al medicamento u otro producto que provoca el vómito. Precisamente, el pasado fin de semana, los términos emérito y emético confluyeron en Sangenjo. El emérito, el Rey Don Juan Carlos, que consiguió una transición incruenta que nos ha proporcionado el período de paz y estabilidad más largo de la historia de España. Los eméticos, los partidos de izquierdas, incluidos los del Gobierno, que aprovechan cualquier ocasión para intentar desestabilizar la democracia y provocar un cambio de régimen. Que la última etapa de Don Juan Carlos no fue todo lo ejemplar que debiera, de acuerdo, en el pecado lleva la penitencia, pero que la prensa se permita decir que su visita no ha sido “discreta” cuando la indiscreción la han fomentado y favorecido ellos mismos, es, cuando menos, una incongruencia.

 

Volviendo a Mérida y a su Museo Nacional de Arte Romano, en los últimos días el PP de Elche ha propuesto, como ya hizo Diego Maciá cuando realizó la permuta del Convento de la Merced (Las Clarisas) por el edificio que construyó a las religiosas en la ladera del río, y ya habíamos comentado en esta misma sección no hace mucho, convertir ese icónico edificio en una subsede del Museo Arqueológico Nacional. El alcalde, entretanto, sigue enrocado en su idea de convertir el antiguo cenobio mercedario en un hotel boutique, eso sí, cuando los ciudadanos le otorguen la mayoría suficiente, es decir, cuando se libre de Compromís.

 

Epitomando el asunto. El PP, partido de derechas y que debería fomentar la iniciativa privada, propone gastar el dinero público en esta actuación y en otras (error intentar pescar electorado en caladero ajeno). El PSOE, partido de izquierdas, opuesto siempre a cualquier privatización (cuando no gobiernan ellos) se ha convertido a la fe de la colaboración público-privada. Las elecciones son en mayo de 2023, falta menos de un año. Qué difícil nos lo están poniendo.


 EL SUR DEL SUR

Publicado en Diario Información el 21 de mayo de 2022

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El sur del sur


Una plataforma mediática llamada “Electomanía”, muy activa en las redes sociales, especialmente en Twitter, y dedicada básicamente a realizar encuestas sobre intención de voto (que suelen ser bastante fidedignas, pues hacen una media de todas las que se publican) y de otros aspectos sociológicos relacionados con la actualidad política, ha hecho público recientemente un sondeo sobre el “sentimiento identitario español, autonómico, provincial y local” en España (se puede consultar en el siguiente enlace https://electomania.es/ep3my22).

 

Si nos centramos en nuestro entorno más próximo podemos extraer unos datos interesantes para el análisis. En la provincia de Alicante, en una escala de 0 a 10, el sentimiento identitario español se sitúa en 6,7, el autonómico en 5,9, el provincial en 5,8 y el local en 7,2. Los datos que arrojan las otras tres provincias de la Comunidad Valenciana son, siguiendo el orden anterior, como sigue: Castellón, 6,0-7,6-6,5-8,1 y Valencia 6,0-7,7-6,2-6,9. Una lectura rápida de esos guarismos refleja de forma nítida que, de las tres provincias, Alicante es la más “española” y la menos “valenciana” de nuestra comunidad autónoma.

 

Comparemos ahora los datos de otras provincias que comparten características y problemas comunes con la de Alicante, especialmente con sus comarcas más meridionales. En Murcia, por ejemplo, la encuesta arroja el siguiente resultado: Sentimiento español 8,0; autonómico 5,9; provincial 5,8 y local 7,6. Mientras que en Almería las cifras estarían en 8,7-3,5-8,4 y 7,9 respectivamente.

 

Hagamos ahora, si me lo permiten, un ejercicio de abstracción. Imaginemos que dividimos la provincia de Alicante en dos y cercenamos la parte correspondiente a las comarcas del Alto, Medio y Bajo Vinalopó (Villena, Elda-Petrer y Elche) y de la Vega Baja (Orihuela) y repetimos la encuesta sólo con ese universo. Apostaría a que el resultado sería mucho más próximo al de Murcia, incluso al de Almería, en cuanto a sentimiento de adhesión a España y rechazo a la Comunidad Autónoma.

 

¿Cuáles pueden ser las causas de esa desafección del sur de Alicante a la Comunidad Valenciana? Probablemente dos, una de carácter diacrónico, o relacionado con la historia de nuestras comarcas, y otro sincrónico, derivado de la situación actual en la que el sur de la provincia de Alicante recibe desde Valencia un trato rayano en el más absoluto de los desprecios.

 

En cuanto a los motivos históricos, precisamente el pasado día 19 de mayo se conmemoraba el aniversario de la firma, en el año 1305, del “Tratado de Elche”. Ese tratado fue suscrito entre los representantes de los reyes Fernando IV de Castilla y Jaime II de Aragón en la ciudad de Elche. En dicho acuerdo se concretó la repartición del reino de Murcia, que había sido acordada en la Sentencia Arbitral de Torrellas un año antes, cuyo territorio fue dividido entre las dos coronas.

 

De ese modo, se produjo una partición del Reino de Murcia, obviando cualquier circunstancia relacionada con los vínculos históricos existentes, fijándose como frontera divisoria el Bajo Segura, excepción hecha de Guardamar que, aunque en el margen derecho de ese río, quedaba bajo el dominio de la Corona de Aragón. Es decir, los territorios que dejaron de pertenecer a Castilla coinciden con las comarcas más meridionales de Alicante a las que antes me refería. Este hecho histórico, junto al sistema de repoblación subsiguiente a la Conquista del Reino de Valencia, por Jaime I hasta la línea Biar-Busot, y por Jaime II, hasta la provincia de Murcia, y la expulsión de los moriscos en 1609 y la nueva repoblación del territorio que se produjo a continuación, explican fenómenos como la coexistencia de zonas valenciano y castellano parlantes en nuestras comarcas.

 

Ahora bien, a pesar de todas estas circunstancias históricas, y otras que han conformado nuestra idiosincrasia en el devenir del tiempo, ese escaso sentimiento de pertenencia a la Comunidad Valenciana del sur del sur que habitamos, se explica mucho mejor por las actuales que por pasadas afrentas. Una de ellas, que como decía anteriormente compartimos con Murcia y Almería, pero no con Valencia y Castellón, es la de los recursos hídricos. De hecho, esta semana ha habido una manifestación para garantizar su continuidad, en la que, de una forma absolutamente hipócrita, han llegado a participar miembros del PSOE y de otros partidos que después votan en el Congreso contra el mantenimiento del trasvase Tajo-Segura.

 

El Título VIII de la Constitución Española establece la organización territorial del Estado, regulando los mecanismos para conformar Comunidades Autónomas, entre otras cuestiones. Siempre me he preguntado qué ocurriría si la Vega Baja (en Elche lo veo más complicado, aunque motivos no faltan), amenazara con un movimiento de secesión que redibujara las fronteras del Tratado de Elche de 1305. De momento es política ficción, pero cosas más extrañas han ocurrido.


 INTEGRACIÓN POR SUSTITUCIÓN

Publicado en Diario Información el 14 de mayo de 2022


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Integración por sustitución


Rememoro con cierta nostalgia aquellos años del siglo pasado, cuando era estudiante de BUP y COU. La primera sensación que me viene a la mente es de agradecimiento. Agradecimiento a muchos magníficos profesores que tuve por aquel entonces y agradecimiento a la fortuna que me permitió estudiar en un sistema educativo aún no contaminado por la LOGSE y las pseudo ciencias pedagógicas que vinieron con ella.

 

Lo cierto es que fueron cuatro años, especialmente en COU, en los que debíamos aplicarnos con mucho ahínco para superar algunas asignaturas. Todavía recuerdo en ese curso previo a la universidad, en el que yo opté por un itinerario de ciencias puras, aunque después me dedicara a otros menesteres en mi devenir académico y profesional, las gotas de sangre, sudor y lágrimas que derramé para aprobar las matemáticas.

 

Dentro del temario de esa materia en concreto, había una parte dedicada a las integrales. Para resolverlas, aprendimos que había diferentes métodos, en función del planteamiento. Uno de ellos era el conocido como “método de integración por sustitución o cambio de variable” basado en la derivada de la función compuesta. Para cambiar de variable identificamos una parte de lo que se va a integrar con una nueva variable “t”, de modo que obtenemos una integral más sencilla.

 

No sé cómo se han sentido ustedes al leer el párrafo anterior. Imagino que casi todos, salvo los que tengan conocimientos de matemáticas, se habrán quedado perplejos o acaso imaginando que a la hora de escribirlo había consumido algún psicotrópico, al estilo de los autores surrealistas. Pues de esa misma forma me quedé yo el martes pasado cuando oí a la ministra de Defensa, Margarita Robles, intentando defender, valga la redundancia, algo tan inexplicable como que la destitución de Paz Esteban, directora del CNI, no era tal, sino una “sustitución”.

 

El Boletín Oficial del Estado, que no entiende de integrales por sustitución ni de gaitas, publicaba al día siguiente el Real Decreto 351/2022, con el siguiente texto: “A propuesta de la Ministra de Defensa, y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 10 de mayo de 2022, Vengo en disponer el cese de doña Paz Esteban López como Secretaria de Estado Directora del Centro Nacional de Inteligencia, agradeciéndole los servicios prestados.”

 

Conozco personas, votantes de derechas, que pensaban (yo mismo lo hacía) que Margarita Robles era de lo poco que se podía salvar de un gabinete que, analizándolo fríamente, es para echarse a temblar. Algunos de ellos, de hecho, aún siguen pensado igual, arguyendo que es una mujer muy válida y que no le quedaba más opción que continuar al frente del ministerio para que el CNI no cayera en manos de otros miembros del Gobierno con menos escrúpulos. A mí no me sirve esa argumentación. Si la señora Robles quiere enjugar la sensación de alipori que nos embargó a todos durante su comparecencia, tiene que dimitir.

 

No obstante, también debemos admitir que mujeres como Margarita Robles hacen falta en política y en todos los ámbitos de la vida. La ministra, a pesar de todas las críticas que ha recibido esta semana, y a las que yo me acabo de sumar, es una persona que ha cosechado grandes éxitos profesionales (es magistrada y fue la primera mujer que presidió una sala de lo Contencioso-administrativo, la primera en presidir una audiencia y la tercera en llegar al Tribunal Supremo) y políticos (ha sido secretaria de Estado de Interior durante los gobiernos de Felipe González y es ministra de Defensa desde 2018) por méritos propios, no como otras que se dicen feministas y han medrado por matrimonio.

 

Además, justo es reconocer también que la señora Robles sabe hablar y, al menos yo no la he oído nunca, no utiliza ese absurdo e innecesario desdoblamiento del castellano que llaman “lenguaje inclusivo”. Desdoblamiento que, llevado a sus más altas cotas de estulticia conduce a escuchar afirmaciones como la que hizo esta misma semana la ministra de Sanidad, Carolina Darias, cuando a preguntas de los periodistas sobre la línea telefónica creada para prevenir conductas suicidas, respondió que dicho servicio, necesario sin duda, sería atendido por “profesionales y profesionalas”.

 

Al hilo de estos despropósitos me gustaría elevar, con toda modestia, un ruego a nuestros políticos de izquierdas (a los de Elche también, que han sucumbido a la moda con fruición): nos pueden engañar, nos pueden esquilmar a impuestos, nos pueden hacer comulgar con ruedas de molino en muchos ámbitos, pero, por favor, respeten el idioma común de todos los españoles y que constituye uno de nuestros principales activos.


NI VER, NI OÍR, NI DECIR MALDADES

Publicado en Diario Información el 7 de mayo de 2022 


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Ni ver, ni oír, ni decir maldades


Cuántas veces no habremos oído la frase que nos recuerda que la realidad siempre supera a la ficción; y cuántas más no nos habremos sorprendido a nosotros mismos, incluso a los más imaginativos, o a los más ávidos lectores, quedándonos estupefactos ante hechos cotidianos que corroboran de una manera fehaciente esa máxima. Esta semana, sin ir más lejos, el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, una especie de Iván Redondo o, quizás mejor, un trasunto de Grigori Rasputín al estilo de Ferraz, anunciaba en rueda de prensa que el presidente del Gobierno y la ministra de Defensa “también” habían sido espiados por “Pegasus”.

 

Yo hasta ahora sólo conocía tres Pegaso: el caballo alado de la mitología griega, la constelación del hemisferio norte de la que aquél toma su nombre y la no menos conocida marca de camiones españoles que, prácticamente, monopolizaron el transporte por carretera desde su fundación en 1946 hasta su venta a la italiana Iveco en 1990. Pero ahora, el que no ha sido víctima del programa de software espía no es nadie: “Espanya ens espia!”, claman los independentistas. “Las cloacas del Estadoooo”, se desgañitan los podemitas. “A mí primer”, dice Sánchez, pizpireto. ¡Qué cosas! Los servicios secretos espiando a los golpistas (con poco éxito, parece ser). Uno de los partidos que forma el Gobierno, acusando a éste de actos ilegales (paradojas de la vida). Mientras al presidente del Gobierno le sustraen 2,7 GB de información de su teléfono (seguramente “selfies” en alta definición subiendo al Falcon o al Super Puma, no quiero pensar que se haya puesto en peligro la seguridad nacional).

 

En Elche, todavía no hay constancia de que ni al alcalde le hayan robado las imágenes de la Dama de Elche ni a Pablo Ruz las de la Marededéu que uno y otro atesoran en sus móviles, pero sí es cierto que aquí también la realidad supera la ficción. De hecho, yo mismo me he permitido la frivolidad de hacer incursiones narrativas en dos de los artículos de esta sección, que se supone que es de opinión, hastiado por la actualidad local y nacional. Si lo recuerdan, esos dos episodios nos presentaban a una pareja de enamorados, Javi e Inés, en un futuro distópico, aunque no muy lejano: el verano de 2025. Nuestros protagonistas tuvieron un primer encuentro, un tanto accidentado, en un piano bar de Alicante (la capital es la capital y aquí no hay tranvía, diría Carlos González) y otro, más íntimo y tórrido, en la tercera planta del Mercado Provisional (aquí también la realidad va a superar a la ficción) y después en el Hotel de Arenales (y aquí también, pues podía haber sido en el Hotel Boutique “Las Clarisas”, atendidos por un recepcionista desencantado con la plataforma “Elx no es privatitza”).

 

Sea como fuere, me van a permitir que les introduzca un bosquejo del tercer capítulo de la novela, aún sin título, protagonizada por la pareja de ilicitanos que ya conocen. Les pongo en situación. En esta ocasión se encuentran pasando unas vacaciones en Japón. Él es arquitecto y ella trabaja para una multinacional, por lo que, a pesar del 20% de inflación del primer semestre de 2026 en España, han decidido pasar diez días de agosto en el país del sol naciente.

 

Se encuentran en un hotel de Tokio. El aire acondicionado de la habitación imprime un ambiente muy agradable. En el exterior, el inmisericorde verano japonés, cálido y húmedo, hace que salir de día sea una experiencia un tanto desagradable. Las noches no son mejores. Elche les va a parecer fresquita a la vuelta, bromean. A pesar de todo, la curiosidad de Javi por los edificios de la capital japonesa y la gran querencia de Inés por todo lo relacionado con la gastronomía japonesa, les ha impelido a devorar la ciudad en los cinco días que llevan en ella. Quizás por eso, Javi propone un plan alternativo para el día siguiente. No le dice a Inés dónde irán, a ella le gusta que la sorprendan, por lo que él, muy críptico y con una amplia sonrisa, sólo le avanza que irán al lugar donde nació la máxima que los japoneses enseñan a los niños, pero que en España pocos cumplen.

 

Al día siguiente salen muy temprano. Él protegido por un panamá, ella por una sombrilla de seda. Se dirigen en taxi hasta la estación de Sendai, donde toman el Shinkansen de la línea Tohoku-Hokkaido. Inés no sale de su asombro, sobre todo cuando cuarenta minutos después Javi la hace bajar para hacer un transbordo en Utsonomiya y coger el tren convencional de la línea Nikko, desde el que pueden apreciar una idílica estampa de los verdes campos de arroz.

 

Poco antes de las ocho llegan a Nikko y caminan hasta el Santuario de Toshogu. La exuberancia del entorno, con un paisaje presidido por enormes coníferas y bosques de bambú, sólo es comparable con los edificios que conforman el complejo: los intrincados decorados tallados en la madera, la pagoda de cinco alturas, los delicados artesonados, presididos por un dragón llorando que cubre todo el techo, el Nemurineko, o gato dormido sobre la puerta principal y, por fin, lo que Javi quería mostrarle a Inés: una especie de retablo que simboliza el ciclo del devenir de la experiencia humana, desde la tierna e inocente infancia hasta la atribulada y azarosa vida adulta, en el que aparecen los conocidos como los “Tres monos sabios”, representados por tres macacos, cada uno de los cuales se tapa respectivamente las orejas, la boca y los ojos.

 

“Ni ver, ni oír, ni decir maldades”, exclama Inés. “Ahora entiendo lo que querías decir. Venga, vamos al pueblo, te has ganado una invitación a sushi con un sake bien frío.”

 EL REY TIESO

Publicado en Diario Información el 30 de abril de 2022


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El Rey Tieso

 

El pasado lunes, a través de un comunicado hecho público por la Casa del Rey, Don Felipe desveló el montante total de su patrimonio personal, que asciende a un total de 2.573.392,80 euros, entre depósitos en cuentas corrientes, fondos de inversión, obras de arte y joyas personales. Ese patrimonio proviene exclusivamente de la asignación que recibe de los presupuestos generales del Estado, es decir, de su sueldo, cuyo montante representa la cantidad de 253.843,20 euros brutos anuales.

 

Es obvio que la capacidad de ahorro del Rey no se corresponde sólo a su salario, sino que hay que tener en cuenta que otras preocupaciones pecuniarias que inquietan a los españoles, tales como el pago de una hipoteca, la letra de un coche, o los suministros necesarios para el hogar, en su caso, vienen suplidos por el presupuesto asignado a la Casa Real (8.431.150 euros).

 

Con todo, Su Majestad, si lo comparamos con otras casas reales europeas, no ya con satrapías como la de Marruecos, los países del Golfo Pérsico o la de Tailandia, o incluso con presidentes de repúblicas, ya sean democráticas o bananeras, es lo que los andaluces denominarían “un tieso”. No es que esté en la indigencia (¡Quién pillara un sueldo así!), pero si comparamos los emolumentos que recibe con los que los españoles declaran a hacienda, veremos que hay muchísimas personas que ganan más que él. Entre ellas cabría destacar líderes independentistas, o parejas comunistas, que siendo mucho más jóvenes que el Monarca acumulan un patrimonio similar o superior. Pero ellos venían a rescatar personas.

 

Sea como fuere, se agradece el gesto de transparencia del Rey, aunque en menos de una semana haya quedado casi olvidado. Son muchos los asuntos informativos que se suceden a una velocidad vertiginosa. Hay incluso quien dice que estamos al borde de la tercera guerra mundial, hecho que sólo ocurriría si los chinos, auténticos dueños del planeta en la actualidad, vieran en ello una oportunidad de negocio. Ahora mismo se regodean viendo como Europa Oriental se desangra, literalmente, mientras Occidente lo hace desde un punto de vista económico. Imagino que los romanos tenían una sensación similar, cuando los bárbaros decidieron atravesar unas fronteras que llevaban muchos años controlando, a la que yo siento cuando veo a Xi Jinping en la pantalla de mi televisión. No en vano la decadencia moral y la debilidad económica y militar de los países europeos democráticos recuerda a la que originó la caída del Imperio Romano.

 

En fin, bajando de lo general a lo particular, los pensamientos que me acuden cuando analizo lo que está pasando en Elche tampoco son demasiado halagüeños. Los medios de comunicación locales, mermados como todos los sectores por las olas de crisis sucesivas, apenas analizan, con honrosas excepciones, lo que está ocurriendo, o lo que no está ocurriendo en nuestra ciudad. En los últimos días, sin ir más lejos, nuestro alcalde se ha posicionado de una manera sorprendente en torno a dos cuestiones que podrían afectar de una manera significativa al municipio y a la provincia.

 

La primera de ellas ha sido en cuanto a la propuesta de Carlos Mazón, presidente de la Diputación de Alicante y del PP de la Comunidad Valenciana, de realizar un estudio de viabilidad para la implantación del tranvía en Elche. La rotunda negativa del alcalde siquiera a considerar el tema llama poderosamente la atención, sobre todo porque un estudio de viabilidad no tiene porqué arrojar un resultado positivo ni compromete a nada. Creo que el alcalde se equivoca de una forma rotunda. El hecho de no querer molestar a Ximo Puig para no mermar sus posibilidades de volver a ser candidato a la alcaldía (o ser acreedor de una canonjía en Valencia o Madrid por los servicios prestados) no puede ser una traba para defender los legítimos intereses de Elche de tener una infraestructura de movilidad urbana como la que disfruta Alicante.

 

Ya que nuestro alcalde hace alarde de memoria “histórica” a la hora de disponerse a desmontar la cruz que existe en el Paseo de Germanías, quizás habría que recordarle (creo que la oposición no lo ha hecho, aunque a mi sólo me ha costado cinco minutos en Google) unas declaraciones que realizó en 2099 Antonio Amorós, concejal de Movilidad Urbana por aquel entonces, envuelto en polémicos casos supuestamente relacionados con la corrupción, y militante del mismo partido que Carlos González, cuando afirmaba que el ayuntamiento estaba estudiando la posibilidad de implantación del tranvía en Elche, proyecto que contaría con una inversión de cien millones de euros y para el que reclamaba la implicación de otras administraciones, en especial de la Generalitat, para que el coste no repercutiera en el municipio, tal y como había sucedido en Alicante y San Vicente del Raspeig.

 

En cuanto a la segunda, como se trata de una decisión política del Consell, no he tenido noticia de que el alcalde se haya quejado: la implantación del grado de medicina en la Universidad de Alicante. No voy a entrar en las polémicas que siempre han estado presentes en la relación de las dos universidades públicas de la provincia, UA y UMH (aún sin la “e” a pesar de los aspavientos del primer edil) y a los que la facultad de medicina, desgajada de la primera para constituir el núcleo fundacional de la segunda, nunca ha sido ajena. Pero baste con recoger el siguiente dato aportado por la UMH: el mantenimiento de una facultad de medicina independiente costará 20 millones de euros al año; aumentar en 80 alumnos la matrícula en la ya existente, medio millón. Sólo este motivo sería más que suficiente para desechar el proyecto, pero como dijo la ínclita Carmen Calvo “el dinero público no es de nadie”.

 DEL PUENTE A LA ALAMENDA Publicado en Diario Información el 8 de julio de 2023 Esperando a Godot   Del puente a la alameda   ...