EL TOCOMOCHO Y LA ESTAMPITA
Publicado en Diario Información el 22 de octubre de 2022
Esperando
a Godot
El tocomocho y la estampita
Creo recordar que en alguno de los episodios de esta
serie de artículos nos hemos referido a las magníficas novelas picarescas que
se escribieron en España en el siglo XVII, aunque la primera de ellas, y una de
las mejores, fue “El Lazarillo de Tormes”, publicada en 1554. Este
subgénero literario tuvo una gran importancia en el devenir de nuestras letras,
pues los relatos que vieron la luz en este período están considerados como los
grandes precursores de la novela moderna.
Esa picaresca española, que ya se vio reflejada en la
literatura de nuestro Siglo de Oro, ha tenido una continuidad no sólo de forma
impresa, sino que el cine también se ha hecho eco de esa tradición, propia de
nuestro carácter. Dignos herederos precisamente de ese acervo son Tony Leblanc
y Antonio Ozores en la película que ambos protagonizaron en 1959 con el título
de “Los tramposos”.
En ese largometraje, dirigido por Pedro Lazaga y en el
que también participaron otros actores de la talla de Concha Velasco, José Luis
López Vázquez y Laura Valenzuela, se nos narra la historia de Paco y Vigilio,
dos estafadores de un Madrid que empezaba a generar una gran actividad
económica y que atraía una pléyade de trabajadores de toda España, pero que
también estaba plagado de delincuentes que se movían a sus anchas en ese medio.
Los protagonistas se ganan la vida a base de timos
como el de la “estampita” o el del “tocomocho” con los que desplumaban a los
incautos que se ponían a su alcance. Estos dos timos clásicos son muy
característicos de nuestra particular forma de ser, puesto que en ellos la
víctima, fruto de la codicia y actuando de mala fe, cree ser la que engaña al
timador, cuando es al contrario. El tocomocho consiste en la venta de un
supuesto billete de lotería premiado a un precio inferior al de la cantidad
ganada, alegando motivos de urgencia en la obtención del dinero. En la
estampita una persona, que se finge discapacitada, asegura poseer gran cantidad
de billetes de alto valor y pide cambiarlos por moneda más fraccionada. Un
gancho, conchabado con el supuesto discapacitado, pincha a la víctima para que
complete el intercambio.
Pensarán ustedes que estos timos eran propios de una
España subdesarrollada que salía de la posguerra y en la que la necesidad y la
falta de educación de la población, especialmente la que provenía del mundo
rural para dotar de mano de obra a las grandes ciudades como Madrid, creaban el
caldo de cultivo adecuado para que la gente picara con trucos tan elementales.
Pero, si realizan una búsqueda rápida en Google poniendo “tocomocho y
estampita”, verán como aparecen noticias recientes en las que algún pringado ha
sido víctima de los modernos imitadores de Tony Leblanc y Antonio Ozores.
Sería muy fácil, hecha esta introducción que espero
que les haya resultado amena, cargar ahora contra el Ayuntamiento de Elche y su
particular tocomocho de bonos de todo tipo (consumo, patinetes,
electrodomésticos y vuelta de nuevo al consumo), o meternos con nuestro Alcalde
por hacer suya la subida de las pensiones (insostenible, aunque resulte
antipático decirlo), o incluso criticar a la oposición, por no ejercer como tal
ni en un caso, ni en otro, ni prácticamente en ningún aspecto de la vida
municipal. Ni siquiera les voy a hablar del timo de la estampita que supone
prometer infraestructuras e inversiones para Elche de una importancia capital,
pero que dependen de otras administraciones y que probablemente jamás lleguen a
ejecutarse.
No, no lo voy a hacer. Simplemente les voy a relatar,
a modo de ejemplo paradigmático de cual es la situación en España, las cuotas
que los autónomos, pilar de una economía como la nuestra, basada en la
microempresa y en los trabajadores por cuenta propia, satisfacen en comparación
con los países de nuestro entorno y así ustedes mismos podrán concluir si el
tocomocho y la estampita son timos del pasado o los seguimos padeciendo a
diario gracias a nuestros ínclitos gobernantes.
El ejercicio actual, en tanto no se aplique la
modificación pactada a partir de 2023, la cuota de los autónomos en España se
sitúa entre los 294 euros mensuales por la base mínima de 960’80 euros, hasta
los 1.266’66 euros mensuales para el que cotice por la base máxima que se sitúa
en 4.139’40 euros. En Portugal tienen un modelo de cotización proporcional a
sus ingresos, pero la cuota de autónomos oscila entre los 20 euros de mínima
para las personas sin ingresos hasta un máximo de 1.138€ para los que más
facturan, estando exentos de cuota durante el primer año de actividad.
En el Reino Unido, los autónomos que ingresen entre
7.800 y 9.600 euros, aproximadamente, al año pagan unos 15 euros al mes. Los
que ganen más de esa cantidad y hasta 60.000 euros pagan el 9% de sus ingresos
y un 2% suplementario por los emolumentos que excedan esa cantidad. Los que
tenga ingresos por debajo de 7.800 euros no tendrán que satisfacer cuota
alguna. Los autónomos franceses abonan en función de su facturación que varía
entre el 14,5% (si facturan menos de 7.000 euros al año) y el 48% (en caso de
que los ingresos superen los 80.000 euros anuales).
¿Le podemos llamar timo?
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