EL APRENDIZ DE BRUJO

Publicado en Diario Información el 29 de octubre de 2022

Esperando a Godot

 

El aprendiz de brujo


Estoy seguro de que todos ustedes conocerán la historia del aprendiz de brujo, un joven que entra a trabajar con un famoso hechicero para aprender el oficio y que, cuando el maestro lo deja solo, encargado de limpiar la mazmorra en la que practica sus sortilegios, no se le ocurre otra cosa que encantar una escoba para que realice el trabajo por él, con funestas consecuencias, ya que el joven mago no encuentra la fórmula para detenerla una vez que cobra vida.

 

El aprendiz intenta desactivar la escoba partiéndola con un hacha, pero cada una de las astillas resultantes cobra vida propia y éstas empiezan a vaciar el agua de los baldes preparados para la limpieza; cuando el brujo vuelve y observa lo ocurrido deshace el hechizo, indicando a su pupilo que sólo un mago experimentado debe invocar a espíritus tan poderosos.

 

Qué duda cabe de que quien más ha contribuido a popularizar esta leyenda ha sido la factoría Disney, pero quizás algunos no sabrán que esos conocidísimos dibujos animados del ratón Mickey están basados en un poema del excelso escritor alemán de finales del siglo XVIII y principios del XIX Johann Wolfgang von Goethe, escrito en 1797 y titulado, precisamente, "Der Zauberlehrling" (El aprendiz de brujo).

 

Pero no es la magnífica balada de Goethe la primera obra literaria en la que se describe el mito del aprendiz de brujo. De hecho, existe un precedente de un sirio del siglo II a. C., Luciano de Samosata, que escribió toda su obra en griego antiguo. En concreto, en una de sus sátiras que en latín se transcribió como “Philopseudes” (Amante de las mentiras), ya se hablaba de fenómenos sobrenaturales similares. También hay varias transcripciones apócrifas medievales de relatos del poeta romano Virgilio en las que aparecen historias semejantes.

 

Posteriormente, pero antes de que se hiciera mundialmente conocido gracias a “Fantasía”, la producción de Walt Disney a la que me refería anteriormente, el mito ha sido empleado para inspirar obras tan dispares como “El Manifiesto Comunista” (1848), de Karl Marx y Friedrich Engels, en el que comparan la sociedad burguesa moderna con "el hechicero que ya no es capaz de controlar los poderes del mundo inferior al que ha invocado con sus hechizos", o el poema sinfónico basado en las estrofas de Goethe que compuso Paul Dukas en 1897.

 

Sea como fuere, lo que supone un hecho incontrovertido es que mitos como el del aprendiz de brujo, igual que otros como “Fausto”, un drama del propio Goethe, su mejor obra y una de las cumbres de la literatura universal, son constantes atemporales. A decir verdad, la expresión “aprendiz de brujo” ha pasado a ser un adagio popular para referirnos a las personas que, sin una formación adecuada, pretenden extender su magisterio sobre otros que dominan mejor la materia en cuestión.

 

Estos aprendices de brujo no supondrían peligro alguno si sus fechorías se circunscribieran al ámbito de la ficción o al de temas de menor importancia. Pero la política patria, convulsa donde las haya, está generando demasiados personajes a los que se podría catalogar bajo ese epígrafe y que se dedican a legislar sobre materias que son de una importancia capital para el futuro de nuestra nación, como por ejemplo la educación.

 

Se han vertido ríos de tinta sobre lo absurdo de los sucesivos cambios legislativos en esa materia, algo menos sobre el último y más incomprensible de todos, el que representa la inefable LOMLOE, pero poco se habla de las personas que, con su trabajo diario, consiguen que, a pesar de los políticos, los centros educativos de nuestro país sean un espacio de convivencia y de formación de gran calidad: nuestros maestros y profesores.

 

Precisamente esta semana, dentro de las funciones que tengo atribuidas en mi trabajo como inspector de educación, visité uno de ellos, el CEIP Reyes Católicos, de Guardamar. Estuve hablando largo y tendido con la directora, una mujer que vive la educación con gran pasión, y tuve la fortuna de poder recorrer el centro y hablar con algunos de los maestros que prestan servicio en él y que me explicaron sus proyectos y sus formas de trabajar: las maestras de inglés en su aula, dos maestros de primaria, jóvenes, con muchas ganas y con unas ideas innovadoras, pero no estrafalarias como parece estar de moda, y las maestras de infantil, vocacionales donde las haya y que además me invitaron a café mientras departíamos durante su descanso. No es por dar envidia, pero trabajar así no tiene precio.

 

Además, el CEIP Reyes Católicos está de celebración. Este año cumple su quincuagésimo aniversario. El centro comenzó su andadura en 1972, en unas instalaciones adecuadas a la Ley General de Educación de 1970 (la de la EGB y el BUP), sobre las que se han realizado diversas adecuaciones hasta el día de hoy, en el que el colegio cuenta con unas modernas y magníficas dependencias, ubicadas además en un marco incomparable de la bonita localidad de Guardamar del Segura.

 

Como es lógico, la comunidad educativa del colegio va a celebrar la efeméride como se merece. Desde principio de curso se han organizado diversas actividades, dirigidas especialmente a los alumnos, pero también habrá un acto para toda la comunidad educativa, la actual y la que ha pasado por el CEIP Reyes Católicos a lo largo de estos cincuenta años, el próximo día 4 de noviembre, a las seis de la tarde. Yo también he sido invitado, lo que supone para mí un gran honor y una alegría. Muchas gracias a todos, es un placer trabajar junto a vosotros y aprender tantas cosas cada vez que visito vuestro colegio.

 EL TOCOMOCHO Y LA ESTAMPITA

Publicado en Diario Información el 22 de octubre de 2022

Esperando a Godot

 

El tocomocho y la estampita


Creo recordar que en alguno de los episodios de esta serie de artículos nos hemos referido a las magníficas novelas picarescas que se escribieron en España en el siglo XVII, aunque la primera de ellas, y una de las mejores, fue “El Lazarillo de Tormes”, publicada en 1554. Este subgénero literario tuvo una gran importancia en el devenir de nuestras letras, pues los relatos que vieron la luz en este período están considerados como los grandes precursores de la novela moderna.

 

Esa picaresca española, que ya se vio reflejada en la literatura de nuestro Siglo de Oro, ha tenido una continuidad no sólo de forma impresa, sino que el cine también se ha hecho eco de esa tradición, propia de nuestro carácter. Dignos herederos precisamente de ese acervo son Tony Leblanc y Antonio Ozores en la película que ambos protagonizaron en 1959 con el título de “Los tramposos”.

 

En ese largometraje, dirigido por Pedro Lazaga y en el que también participaron otros actores de la talla de Concha Velasco, José Luis López Vázquez y Laura Valenzuela, se nos narra la historia de Paco y Vigilio, dos estafadores de un Madrid que empezaba a generar una gran actividad económica y que atraía una pléyade de trabajadores de toda España, pero que también estaba plagado de delincuentes que se movían a sus anchas en ese medio.

 

Los protagonistas se ganan la vida a base de timos como el de la “estampita” o el del “tocomocho” con los que desplumaban a los incautos que se ponían a su alcance. Estos dos timos clásicos son muy característicos de nuestra particular forma de ser, puesto que en ellos la víctima, fruto de la codicia y actuando de mala fe, cree ser la que engaña al timador, cuando es al contrario. El tocomocho consiste en la venta de un supuesto billete de lotería premiado a un precio inferior al de la cantidad ganada, alegando motivos de urgencia en la obtención del dinero. En la estampita una persona, que se finge discapacitada, asegura poseer gran cantidad de billetes de alto valor y pide cambiarlos por moneda más fraccionada. Un gancho, conchabado con el supuesto discapacitado, pincha a la víctima para que complete el intercambio.

 

Pensarán ustedes que estos timos eran propios de una España subdesarrollada que salía de la posguerra y en la que la necesidad y la falta de educación de la población, especialmente la que provenía del mundo rural para dotar de mano de obra a las grandes ciudades como Madrid, creaban el caldo de cultivo adecuado para que la gente picara con trucos tan elementales. Pero, si realizan una búsqueda rápida en Google poniendo “tocomocho y estampita”, verán como aparecen noticias recientes en las que algún pringado ha sido víctima de los modernos imitadores de Tony Leblanc y Antonio Ozores.

 

Sería muy fácil, hecha esta introducción que espero que les haya resultado amena, cargar ahora contra el Ayuntamiento de Elche y su particular tocomocho de bonos de todo tipo (consumo, patinetes, electrodomésticos y vuelta de nuevo al consumo), o meternos con nuestro Alcalde por hacer suya la subida de las pensiones (insostenible, aunque resulte antipático decirlo), o incluso criticar a la oposición, por no ejercer como tal ni en un caso, ni en otro, ni prácticamente en ningún aspecto de la vida municipal. Ni siquiera les voy a hablar del timo de la estampita que supone prometer infraestructuras e inversiones para Elche de una importancia capital, pero que dependen de otras administraciones y que probablemente jamás lleguen a ejecutarse.

 

No, no lo voy a hacer. Simplemente les voy a relatar, a modo de ejemplo paradigmático de cual es la situación en España, las cuotas que los autónomos, pilar de una economía como la nuestra, basada en la microempresa y en los trabajadores por cuenta propia, satisfacen en comparación con los países de nuestro entorno y así ustedes mismos podrán concluir si el tocomocho y la estampita son timos del pasado o los seguimos padeciendo a diario gracias a nuestros ínclitos gobernantes.

 

El ejercicio actual, en tanto no se aplique la modificación pactada a partir de 2023, la cuota de los autónomos en España se sitúa entre los 294 euros mensuales por la base mínima de 960’80 euros, hasta los 1.266’66 euros mensuales para el que cotice por la base máxima que se sitúa en 4.139’40 euros. En Portugal tienen un modelo de cotización proporcional a sus ingresos, pero la cuota de autónomos oscila entre los 20 euros de mínima para las personas sin ingresos hasta un máximo de 1.138€ para los que más facturan, estando exentos de cuota durante el primer año de actividad.

 

En el Reino Unido, los autónomos que ingresen entre 7.800 y 9.600 euros, aproximadamente, al año pagan unos 15 euros al mes. Los que ganen más de esa cantidad y hasta 60.000 euros pagan el 9% de sus ingresos y un 2% suplementario por los emolumentos que excedan esa cantidad. Los que tenga ingresos por debajo de 7.800 euros no tendrán que satisfacer cuota alguna. Los autónomos franceses abonan en función de su facturación que varía entre el 14,5% (si facturan menos de 7.000 euros al año) y el 48% (en caso de que los ingresos superen los 80.000 euros anuales).

 

¿Le podemos llamar timo?

 LAS AVENTURAS DE LOS CINCO

Publicado en Diario Información el 15 de octubre de 2022


Esperando a Godot

 

Las aventuras de los cinco


“Los cinco” o “The Famous Five”, en su versión original en inglés, son un grupo de niños, protagonistas de la famosa serie de novelas infantiles con ese título, que corren las aventuras que a la mayoría de los jóvenes les gustaría vivir, al menos si son ingleses de mediados del siglo XX, en un mundo de cerveza de jengibre y bocadillos de jamón, de York, por supuesto. Los personajes son dos niños, Julián y Dick, un perro, Tim, y dos niñas, Ana y Jorgina, aunque ésta última se hace llamar Jorge, puesto que quiere ser un chico y odia que la llamen por su verdadero nombre.

 

Las novelas de los cinco fueron escritas entre los años cuarenta y sesenta del siglo pasado por Enid Blyton (1897-1968), una prolífica y celebérrima escritora británica de relatos, poemas, obras de teatro y libros educativos para niños. La mayor parte de la obra de ficción de Blyton está compuesta por historias de misterio y aventuras, como la popular serie de relatos que da título a este artículo.

 

Su vocabulario y su prosa eran simples y muy accesibles para lectores noveles, lo que facilitaba la lectura para los niños, pero ese estilo también le granjeó algunas críticas por lo estereotipado de sus personajes y sus ingenuos puntos de vista. A pesar de ello, su popularidad entre los pequeños lectores no ha disminuido; se siguen reeditando sus libros y, a principios de este siglo, sus relatos habían sido traducidos a noventa idiomas y vendido más de 400 millones de ejemplares.

 

Yo también leí de chaval un montón de libros de Los Cinco y me gustaban, aunque ahora me resulten un pelín cargantes y de una moralina un tanto rancia; o eso pensaba yo hasta leer y escuchar ciertos comentarios la semana pasada respecto a los, no sé cómo calificarlos, lo dejaremos en incidentes acaecidos la semana pasada en un colegio mayor de Madrid.

 

Si me atuviera a lo políticamente correcto, a renglón seguido debería realizar un alegato en defensa de la igualdad entre hombres y mujeres y pedir un castigo ejemplar para los jóvenes que protagonizaron los hechos que todos conocemos. Pero no es esa mi intención. Lo que quiero intentar es analizar los motivos que han llevado a que unos gritos, absolutamente desafortunados e impropios de unos estudiantes universitarios de 2022 (vaya eso por delante), se hayan elevado a una cuestión casi de seguridad nacional, puesto que han requerido de la intervención del Defensor del Pueblo, la Fiscalía de Madrid, varios ministros, el líder de la oposición y hasta el mismísimo presidente del Gobierno.

 

Quizás en este caso, la cuestión que cabría analizar es por qué el vídeo de una absurda “tradición” se hizo público justamente la semana pasada y por qué abrió los telediarios nacionales, cuando más tarde se ha sabido que existen imágenes similares de muchos años atrás y nunca a nadie se le ha ocurrido hacerlas públicas, al menos con la profusa difusión con que se ha hecho esta vez. Analicemos la semana.

En primer lugar, poco antes de que se difundieron las imágenes del Elías Ahuja, se supo que los ministros y el presidente del Gobierno se habían subido el sueldo para el próximo año un 4%, medio punto por encima de lo que va a subir el de los funcionarios y en un porcentaje mucho mayor de lo que lo va a hacer el de la “clasemediatrabajadoradestepaís”, como reza el mantra que tan bien se han aprendido todos los cargos y cargas del PSOE. Imagino que, en el actual contexto económico, habrá alguna explicación que dar para este incremento de sus emolumentos, más allá de condenar los ritos iniciáticos de unos púberes.

 

Claro que lo de la subida de sueldo del Gobierno, reflejado en el anteproyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) no es lo peor que aparece en ese documento, especialmente para la provincia de Alicante y, muy especialmente, para Elche. Parece ser que Pedro Sánchez hizo caso a Ximo Puig cuando éste último dijo que se debería penalizar a las comunidades autónomas que rebajaran los impuestos. Dit i fet, Ximo, Pedro ha escuchado e interiorizado tu argumento a la perfección, pero cebándose con Alicante, última provincia de España en asignación de los PGE per cápita.

 

Esta infrafinanciación de la provincia supondrá que en Elche no se ejecuten proyectos imprescindibles, como la finalización de la Ronda Sur o la conexión del cercanías desde la estación del AVE en Matola hasta el aeropuerto, con conexiones en el Parque Empresarial e IFA. Todo ello unido a que Ximo, aparte de cabrear a Sánchez, nos está tomando el pelo con lo de los 43 millones de los terrenos de la universidad.

 

Valoren ustedes ahora la prioridad que los medios dan a las noticias, pero si ponemos en una balanza el comportamiento de los jóvenes cabestros del colegio mayor y el trato que nos dispensan desde Madrid y desde Valencia, yo a los primeros los dejaba dos días sin postre y les encargaba una redacción; a los segundos…

 DE RE RUSTICA

Publicado en Diario Información el 8 de octubre de 2022

Esperando a Godot

 

De Re Rustica


Tendemos a pensar que el ser humano ha evolucionado, en cuanto a sus conocimientos sobre diversas facetas del saber se refiere, de una forma exponencial en los últimos decenios, especialmente en los últimos años del siglo XX y en el escaso cuarto de centuria que ha transcurrido del XXI. Sin embargo, ese pensamiento es una auténtica falacia; lo que ha avanzado de manera vertiginosa es la tecnología, especialmente en sus facetas de la información y la comunicación, pero eso no quiere decir, ni mucho menos, que el hombre actual sea más inteligente, más culto o más educado de lo que era hace dos mil años.

 

Por dar un ejemplo, aunque cualquier otro habría servido, les voy hablar de un libro, un tratado de agricultura en realidad, “De Re Rustica”, que fue escrito por Marco Porcio Catón, un terrateniente, político y militar romano, que vivió entre los años 234 y 149 a. C. Catón el Viejo, o el Censor, como se le denomina para diferenciarlo de su nieto, fue un hombre que se caracterizó por llevar una vida austera, a pesar de no haber padecido nunca estrecheces económicas, y por defender con vehemencia las costumbres y las leyes de Roma contra las tendencias helenísticas de algunos de sus compatriotas y los intentos de otros por destruir la República para instaurar una dictadura.

 

Pero si traigo a colación la obra de Catón que da título a este artículo, es para respaldar la tesis que exponía en su comienzo. Si ustedes leen algún pasaje de “De Re Rustica”, única obra completa de Marco Porcio que, por desgracia, se ha conservado hasta nuestros días, podrán comprobar que, si bien los medios técnicos de que disponían en la época se limitaban a las bestias de tiro y carga y a los esclavos, los conocimientos que los romanos tenían sobre las buenas prácticas agrícolas y el cuidado de sus haciendas les dejaría totalmente anonadados.

 

Sin ánimo de desvelar mi gusto por el vino, puesto que ya lo he hecho en otros artículos de esta misma columna semanal, me gustaría transcribir los comentarios que se pueden leer en “De Re Rustica” sobre la vendimia, para que comprueben por sí mismos lo exquisitos, a la vez que profundos, eran los conocimientos de Catón sobre ese particular: “Si añades polvo de mármol, añádase una libra por odre; añádase esto en una urna, mézclese con el mosto; añádase esto a la tinaja. Si añades resina, añádase por cada odre de mosto tres libras, bien desmenuzado (el mosto), en una cestilla y hágase que cuelgue en la tinaja de mosto; agítese (la cestilla) frecuentemente, para que la resina se haga líquida.” (N.B. El vino predilecto de los romanos era el blanco, por esta razón muchos tintos se clarificaban añadiendo polvo de mármol, clara de huevo, o tiza).

 

En definitiva, como planteaba, el hombre moderno no es más inteligente que nuestros antepasados, sino que somos el fruto de una acumulación de saberes que hemos ido asimilando, generación tras generación, porque se nos ha ido trasmitiendo, bien por la fuerza de la costumbre y de la imitación, bien por vías formales, como la escuela.

 

Precisamente la escuela, o más bien la evolución de los resultados que arroja nuestro sistema educativo, han sido objeto de comentario en numerosos medios de comunicación por haberse dado a conocer unos datos muy esclarecedores sobre su salud. Según esos datos, en España, el 28% de los jóvenes entre 25 y 34 años no posee ningún título de la segunda etapa de la enseñanza secundaria (Bachillerato o Formación Profesional de Grado Medio), el doble de la media de la OCDE y sólo por detrás de Colombia y Turquía.

 

Algunos comentaristas han querido matizar estas cifras argumentando que en el caso de la educación terciaria (FP de Grado Superior y estudios universitarios) la tasa que se alcanza en España en esa misma franja de edad es superior a la media de la OCDE (49% en nuestro país frente a una media del 46’9%).

 

En mi modesta opinión tan malo es situarnos por debajo de la media en las tasas de egresados en secundaria superior, como estar por encima en la de alumnos con títulos universitarios. La explicación es muy sencilla. En primer lugar, la tasa de paro juvenil en España, el doble de la media de los países europeos y la más alta de entre ellos, sólo por detrás de Grecia, con una cifra que se sitúa en el entorno del 28%, demuestra que el actual paradigma es insostenible. Por otra parte, la inflación de graduados universitarios supone un dispendio económico inasumible y un auténtico fraude para los jóvenes que, tras muchos años de esfuerzo y sacrificio, ven truncadas todas sus expectativas vitales al enfrentarse a un mercado laboral que no precisa de los conocimientos que han adquirido, sino de otro tipo de habilidades bien diferentes.

 

Los gurús educativos (los de la LOMLOE, que son los mismos que los de la LOGSE), se llenan la boca de grandilocuentes palabras, pero nada han podido solucionar en treinta años. Yo creo que las claves de la educación son mucho más sencillas: una buena educación en el sentido tradicional (la que se imparte en casa e implica urbanidad, respeto y resistencia a la frustración) y un sistema educativo en el que se fomente una cultura del esfuerzo adaptada a los tiempos que corren y, sobre todo, una buena orientación a los alumnos con una clara apuesta por la formación profesional y una reducción drástica de plazas universitarias.

Un artículo que escribí en febrero de 2012, a los pocos meses de tomar posesión como Concejal de Educación de Elche. Lo encontré el otro día, por casualidad, y me recordó aquellos tiempos, difíciles, pero apasionantes.

En diez años la política ha cambiado mucho, para peor, pero aún recuerdo la forma furibunda en que se me atacaba sólo por no ser de izquierdas.

Creo, modestamente, que con mi trabajo me reivindiqué. Seguro que me equivoqué en muchas cosas, pero siempre actué de buena fe y nunca engañé a nadie (por eso mi carrera política fue efímera).

J'accuse

No sé si la causa es la mitad de sangre anglosajona que corre por mis venas, o la experiencia de mis largos años de servicio público en diferentes responsabilidades, pero les puedo asegurar que soy un encendido defensor de la libertad individual como principio fundamental de nuestra democracia.

Por ese motivo, aunque yo he elegido llevar a mi hijo al colegio público que le corresponde por zona y a la línea en valenciano, respeto la libérrima opción de muchos dirigentes nacionales del PSOE, que llevan a sus hijos a los más elitistas colegios privados de España y, por supuesto, la de algunos concejales socialistas de la corporación ilicitana que han escogido llevar a los suyos a centros concertados de nuestra ciudad.

De hecho, creo que sería justo que esa libertad que ellos han ejercido, pudiera hacerse extensiva al resto de los ilicitanos, cosa que no sucede, puesto que la implantación de colegios concertados en Elche es tan escasa que, cada año, cientos de familias que optan por este tipo de enseñanza, no obtienen plaza.

Sirva como referencia el dato de que del conjunto de los alumnos matriculados en enseñanzas obligatorias en centros sostenidos con fondos públicos, el 83% de los alumnos de Primaria de Elche cursan sus estudios en centros públicos, frente a un 17% en concertados; en Secundaria obligatoria la cifra se eleva a un 86,5% de alumnos matriculados en centros públicos y sólo un 13,5% en centros concertados.

Pero no es ésta la única cuestión en la que el PSOE y otros grupos políticos que ya no tienen representación en nuestro Ayuntamiento, como Compromís, hacen gala de la máxima "haz lo que yo diga y no lo que yo haga."

En las últimas semanas desde estos dos grupos políticos se me ha criticado, fundamentalmente, por cuatro motivos: arreglar la caldera de la calefacción del Colegio López Orozco, anunciar que se va a habilitar un espacio para que el Colegio Giner de los Ríos pueda tener comedor el próximo curso, iniciar los trabajos conducentes a la instalación de calefacción en el Colegio El Palmeral y ser inspector de educación.

Si esos son mis crímenes, me declaro culpable, aunque imagino que me permitirán un último alegato en mi defensa, que si bien no tendrá, ni de lejos, la brillantez de Émile Zola en el caso Dreyfus, al que hago referencia en el título de esta tribuna, creo que, al menos, no dejará a nadie indiferente.

Me acuso del primer cargo que se me imputa: sí, yo soy el responsable de que se arreglara esa caldera de calefacción, cosa que venía reclamando el director del centro desde marzo de 2011, cuando aún gobernaban en coalición PSOE y Compromís.

Me acuso también del segundo de los cargos: he dado las instrucciones pertinentes para que el Colegio Giner de los Ríos pueda tener comedor. Se trata de una sencilla actuación -competencia municipal- que también fue reclamada a la coalición PSOE-Compromís, sin resultado alguno.

En cuanto al tercero de los cargos que se me imputan, pido perdón: no soporto que los niños pasen frío, lo siento, máxime cuando hemos encontrado una solución económica y técnicamente viable. Sé que, de este modo, dejo a algunos sin un motivo para enarbolar una pancarta, blandir cucharones y tañer las cacerolas. Espero que la sentencia por esta grave ofensa sea benevolente.

El cuarto crimen que he cometido, debo reconocerlo, es execrable: soy inspector de educación. Reconozco que es una rara profesión para un concejal de Educación, quizás sea más adecuado tener una concejal de Educación como doña Blanca González cuyo oficio es... (La verdad es que no lo sé, rellenen ustedes el hueco si logran averiguarlo).

Pero no queda ahí la cosa, en los ocho meses que se acaban de cumplir desde mi toma de posesión como teniente de alcalde de Educación del Ayuntamiento de Elche he perpetrado otras terribles atrocidades, como actualizar el mapa escolar, conseguir la reparación integral del Colegio Candalix, etc.

Espero que, en breve, la oposición me abra juicio oral por estas actuaciones. Yo trataré de defenderme cuando lo hagan.

 DEL PUENTE A LA ALAMENDA Publicado en Diario Información el 8 de julio de 2023 Esperando a Godot   Del puente a la alameda   ...