EÄRENDEL

Publicado en Diario Información el 2 de abril de 2022


Esperando a Godot

 

Eärendel


Debo reconocer que esta semana me ha costado un trabajo ímprobo sentarme ante el ordenador para teclear este artículo semanal; y eso que me había propuesto escribir algo especial para conmemorar que se cumplen cinco años de la aparición de la sección de Esperando a Godot en Diario Información. Pero cuando las musas son reacias, es muy difícil despertarlas, y estos últimos días mi fuente de inspiración es como si hubiera estado de baja, por poner un símil laboral.

 

En cualquier caso, una noticia que he oído en la radio ha despertado mi curiosidad y quisiera compartir con ustedes el motivo en estas líneas. La noticia en cuestión ha sido la del descubrimiento de la estrella más vieja y lejana a nuestro planeta jamás detectada. El hallazgo ha corrido a cargo de científicos norteamericanos, gracias al telescopio Hubble y, como en muchos otros acontecimientos científicos, a la casualidad, puesto que la existencia de un cúmulo de galaxias cercanas que proyectan su luz sobre esta estrella ha facilitado en gran medida su localización.

 

Desde niño, siempre me han fascinado las magnitudes desmesuradas, casi ininteligibles, que se emplean en astronomía. En el caso de esta estrella, cuyo nombre oficial es WHL0137-LS, pero que los científicos han apodado “Earendel”, estamos hablando de un astro que ya brillaba “sólo” novecientos millones de años después del Big Bang y cuya luz ha tardado casi trece mil millones de años en alcanzar nuestra orilla del universo. Eso significa que la luz que nos llega ahora pertenece a una estrella que hace millones de años que implosionó y se convirtió en un agujero negro.

 

No me digan que no les parece fascinante la idea de estar contemplando un objeto que hace muchísimo que no existe, aunque ese lapsus en la percepción de las cosas sea un principio que se da en cualquier objeto. Las palabras que ustedes están leyendo ahora en este periódico no son las que se pueden apreciar impresas en sus páginas, sino la imagen que llega a sus retinas después de viajar hasta ellas a la velocidad de la luz. No se aprecia la diferencia porque, en función de la presbicia de cada uno, sostendrán el periódico o el móvil a escasos cuarenta centímetros de sus ojos. Pero en el espacio, las distancias siderales hacen que la percepción de la realidad varíe radicalmente; por poner un ejemplo que todos entenderán, la luz solar que ahora mismo nos ilumina, es la que partió desde el astro rey hace ocho minutos y veinte segundos. Por lo tanto, el sol que contemplamos no es el sol, sino la imagen del sol de hace exactamente ese tiempo.

 

Con todo, no ha sido el tema de las mareantes magnitudes cósmicas lo único que me ha llamado la atención de esta noticia. También me ha sorprendido gratamente la imaginación, y la cultura, de la que han hecho gala los astrofísicos artífices del hallazgo. Como filólogo, en la especialidad de filología inglesa para más señas, me ha parecido muy ocurrente el nombre de “Earendel”, pues aúna la parte etimológica del término, que viene a significar estrella de la mañana, con el hecho de ser una palabra tomada del inglés medieval, quizás como metáfora de la provecta edad del astro.

 

De vuelta al planeta Tierra, parece ser que este lunes ha habido pleno ordinario en el Ayuntamiento de Elche. Perdonen que cambie radicalmente de asunto, pasando además de un tema absolutamente apasionante a otro terriblemente tedioso, pero es que la percepción de las magnitudes siderales se puede aplicar al enésimo episodio en torno a la Dama de Elche.

 

Al parecer, Compromís, que haciendo gala de sus principios nacionalistas e independentistas había hecho bandera no ya de una cesión temporal del busto íbero, sino de su vuelta definitiva, se desenganchó a última hora de una moción al respecto presentada por el PP y enmendada por ellos mismos; es decir, que votaron en contra de su propia propuesta, con tal de no aprobar la reprobación simbólica del ministro de Cultura, el socialista Miquel Iceta.

 

No sé qué opinaran ustedes al respecto, pero seguro que Carlos González está encantado con los bandazos de sus socios de gobierno municipal, en este asunto y en muchos otros, y que seguramente les granjeará en las próximas elecciones municipales, y también en las autonómicas, un batacazo de dimensiones tan siderales como las de la estrella Earendel, en beneficio casi exclusivo de PSPV.

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