LAS CUATRO REGLAS
Publicado en Diario Información el 17 de junio de 2023.
Esperando
a Godot
Las matemáticas son una ciencia que se puede dividir
en numerosas ramas: el álgebra, la teoría numérica, la aritmética, la
geometría, el cálculo, la teoría de conjuntos, etc. Pero la aritmética (la rama
de las matemáticas encargada del estudio de los números u operandos utilizando
diversas operaciones) es la principal y hunde sus raíces en todas las demás.
La aritmética se basa en cuatro reglas, operaciones o
funciones matemáticas que toman valores de entrada (números, en definitiva) y
los convierten en valores de salida (otros números). Esas cuatro reglas son la
suma, la resta, la multiplicación y la división, piedra de toque de las
matemáticas y por lo tanto imprescindibles para toda la población.
De hecho, se considera de capital importancia que los
niños se familiaricen desde su más tierna infancia con esas cuatro reglas para
que sean capaces de adquirir las competencias básicas para la vida cotidiana y
las habilidades necesarias para profundizar en el estudio de las matemáticas.
La suma es la adición de dos números y es la primera
operación que se enseña a los niños en el colegio. Al principio, los profesores
se valen de líneas numeradas y otras ayudas visuales, como bloques, para
ayudarlos a interiorizar el concepto. Después se introduce el concepto de
resta, es decir el de sustraer el valor de un número a otro. Restar es como
contar hacia atrás, por lo que también se suelen usar elementos visuales para
intentar que los niños asimilen este concepto. La multiplicación viene a ser
como una suma repetida. Al menos así se intenta que los alumnos interioricen
esta operación y, a pesar de lo que dicen los pedagogos modernos, para poder
hacer cálculos de una manera ágil y ser competente en posteriores estadios del
estudio de las matemáticas, no queda más remedio que aprenderse las tablas de
memoria. Por último, la división se explica como la operación contraria a la
multiplicación. Supone repartir un número en partes iguales y, como se hace con
la multiplicación, se suele introducir a los pequeños mediante sencillos
problemas en contextos que les son próximos.
Por suerte o por desgracia, la política no es, ni
muchísimo menos, una ciencia exacta como son las matemáticas. Por eso se suele
decir, de una forma muy elocuente, que en política dos más dos no siempre son
cuatro. Este hecho incontrovertible adquiere una especial relevancia cuando la
extrema izquierda crea una plataforma, proyecto o coalición, llamen ustedes
como quieran al engendro, y lo bautiza precisamente con el nombre de “Sumar”.
Curioso nombre para un invento que lo que ha conseguido, lejos de lo que su
grandilocuente nombre presagiaba, ha sido restar y dividir a un espectro
político ya de por sí atomizado y que tras las elecciones generales de julio se
demostrará que tiene más de lo primero, de espectro, que de lo segundo, de
político. ¡Irene, Pablo! ¡Quién os ha visto y quién os ve!, derrotados sin
presentar batalla por Yolanda, que no ha ganado las elecciones ni de la
comunidad de propietarios de su finca. Sic transit gloria mundi.
Ahora bien, lo que no cabe duda es de que en todo este
maremágnum Pedro Sánchez ha inculcado bien el discurso a sus huestes (los que
van en las listas del PSOE para las generales, el resto han huido en desbandada
abandonando armas y pertrechos). Ese discurso supone repetir que pactar con
Podemos, Sumar o cómo se llame la extrema izquierda, hacerlo con Bildu o con
Esquerra Republicana está bien, pero si el PP lo hace con VOX es un acto (sic)
“vergonzante”.
Sinceramente creo que esa estrategia no va a fracasar,
es que ya lo ha hecho. El pacto del PP y VOX en Elche se ha visto como algo
absolutamente natural, incluso necesario y deseable. En las malditas redes
sociales donde acude uno a empaparse de cuán vil puede llegar a ser la
naturaleza humana sí he podido leer afirmaciones tales como “El primer
govern fatxa en democràcia a Elx des de 1979”, escritas no por un
alborotador anónimo, sino por un concejal saliente de la corporación, Felip
Sànchez. Bien haría el señor “Sànchez” en aceptar el mandato democrático de las
urnas y esperar a ver cuáles son las medidas que adopta el gobierno municipal
antes de lanzar descalificaciones que no hacen sino calificar a quien las
pronuncia.
Otro tanto ha ocurrido al hilo de las negociaciones encabezadas por Carlos Mazón para lograr un gobierno estable en la Comunidad Valenciana. Creo que su decisión de acelerar ese proceso para lograr conformar un nuevo Consell cuanto antes no sólo ha sido muy valiente, sino muy conveniente para todos. Son muchas las cuestiones pendientes de resolver y nuestras provincias no pueden permanecer mucho tiempo en este impasse típico en las transiciones de poder. Qué bueno sería que los partidos del gobierno saliente, en lugar de criticar a un ejecutivo que ni siquiera se ha conformado aún, se pusieran a su disposición para realizar un cambio ordenado y propicio para el interés general. Ciencia ficción, me temo.