EL CONCEPTO DEL ALMA
Publicado en Diario Información el 21 de enero de 2023
Esperando
a Godot
El concepto del alma
Para San Agustín, como Doctor de la Iglesia que es, el
alma del hombre fue un objeto de estudio recurrente a lo largo de su vida. Como
fiel seguidor de la tradición aristotélica, el santo consideraba que existen
tres tipos de almas: el alma vegetativa, propia de las plantas, que se
alimentan y se reproducen; el alma sensitiva, de la que están dotados los
animales, pues sienten y se mueven; y el alma racional, que abarca las dos
anteriores, pero es específicamente humana, pues se le atribuye la capacidad de
raciocinio. A través del estudio del alma racional, San Agustín pretendía
alcanzar un conocimiento más preciso de la naturaleza de Dios.
Como la mayoría de los filósofos antiguos, Agustín de
Hipona sostenía la tesis de que el ser humano era una mezcla de cuerpo y alma en
la que esta última operaba como el hálito de la vida y como el núcleo de la
conciencia, la percepción y el pensamiento. Por lo tanto, el alma racional
debería controlar los apetitos carnales y las pasiones. De ese modo, si el alma
se vuelve hacia Dios, el ser supremo y la bondad absoluta, puede alcanzar la
sabiduría. Pero, tras sus estudios platónicos en Milán, que le proporcionaron
un corpus filosófico suficiente para pensar en una realidad inmaterial y no
espacial, San Agustín cambió esta visión en la línea del Estagirita para
adoptar una más neoplatónica.
Según ese enfoque platónico, el alma es mutable en el
tiempo, pero inmutable en el espacio, ocupando un lugar entre Dios, que es un
ser totalmente inmaterial e inconmutable, y los cuerpos, que están sujetos a
cambios temporales y espaciales. En consecuencia, el alma tiene un origen
divino cuya grandeza se refleja en su capacidad de percepción, raciocinio y
contemplación que le permiten acercarse al ser supremo; es una sustancia
incorpórea e inmortal, como describió el propio Platón en su diálogo titulado
“Fedón” o “Sobre el alma”, ambientado en las últimas horas de vida de Sócrates
antes de su ejecución.
La primera vez que oí hablar de la concepción del alma
de San Agustín fue hace muchos años. Estudiaba por aquel entonces COU en el
Instituto de la Asunción de Elche. En clase de Filosofía, no recuerdo por qué
motivo, se desencadenó un debate sobre el aborto. Como se pueden imaginar, igual
que en la actualidad, había opiniones totalmente encontradas sobre el tema,
como siempre que se discuten aspectos que tienen que ver con la moral y la
conciencia individual. Cada cual tiene su parecer en función de la educación
que haya recibido y de sus diversos avatares personales y sociales. Lo curioso
del caso es que nuestro profesor zanjó el tema con la explicación que les he
expuesto en los párrafos anteriores, no con esas mismas palabras evidentemente,
aunque sí recuerdo de una forma absolutamente nítida, a pesar de los años
transcurridos, dos cosas: la definición de los tres tipos de alma y el absoluto
silencio con que escuchamos las palabras de aquel profesor, al que todos
respetábamos profundamente.
El debate que se ha suscitado en los medios de
comunicación por el mismo motivo esta semana, como consecuencia del “protocolo
fantasma” de la Junta de Castilla y León sobre la interrupción voluntaria del
embarazo, desde luego no ha tenido, ni muchísimo menos, un nivel tan
intelectual como el que nuestro profesor imprimió al que entablamos en el aula
en la ocasión que les he relatado. Al contrario, una cuestión que causa tanto
sufrimiento, pues estoy convencido de que para ninguna mujer es agradable pasar
por el trance de un aborto, se ha convertido en una gigantesca cortina de humo
que el Gobierno de la nación intenta interponer entre la opinión pública y los
múltiples desmanes y torpezas que ha perpetrado los últimos meses.
La cifra de violadores y abusadores sexuales que han
visto rebajadas sus penas, en ocasiones hasta el punto de que han tenido que
ser puestos en libertad, como consecuencia de la llamada “Ley del sólo sí es
sí” alcanza ya prácticamente los doscientos. En Baleares, veintidós inmigrantes
irregulares que forzaron un aterrizaje de emergencia en Palma en 2021 han sido
puestos en libertad al ser derogado el delito de sedición. Ahora sólo pueden
ser acusados de uno de “coacciones”. Pero no descarten que el Gobierno elimine
también ese tipo penal, dado que es por el que están encausados varios
concejales del PSC (rama catalana del PSOE) del ayuntamiento de Pineda de Mar
(Barcelona) por amenazar al propietario de un hotel con cerrarlo si no echaban
a los policías allí alojados durante los sucesos posteriores al intento de
golpe de estado de 2017. No quiero dar ideas, pero la nueva tipificación de ese
delito de coacciones podría ser el de “sugerencias agravadas”, en la línea del
de “desórdenes públicos agravados” o el de “malversación sin ánimo de lucro”.
Mientras tanto, en Elche cada uno a lo suyo. El alcalde, que no está en campaña, pero ya ha anunciado que va a arreglar el Mercado Central (qué aburrimiento), las Clarisas (qué lástima de edificio), el tren (qué despropósito) y veinticinco calles, bulevares, plazas, plazuelas y otros recoletos rincones de nuestra ciudad (qué “chupi guay”). Qué propone el líder del PP, que sí está en campaña, para contrarrestar todo ello: lo mismo (qué zozobra).