LAS DANAIDES
Publicado en Diario Información el 14 de enero de 2023
Esperando
a Godot
Las Danaides
Existe una antiquísima leyenda griega que cuenta la
historia de dos hermanos gemelos egipcios, Dánao y Egipto, hijos del rey Belo.
Según ese mito, Dánao heredó el trono tras la muerte de su padre, pero su
hermano Egipto se lo arrebató y el primero tuvo que huir a Argos, una ciudad
griega del Peloponeso, de la que se convirtió, a su vez, en rey.
Se daba la circunstancia de que Dánao tenía cincuenta
hijas, conocidas como las Danaides, y Egipto tenía cincuenta hijos, por lo que
éste último, en un afán quizás de evitar futuros conflictos y de expandir sus
dominios, forzó a su hermano gemelo a desposar a sus hijas con sus vástagos. Pero
el padre de las novias las conminó a que asesinaran a sus maridos en la noche
de bodas.
Todas obedecieron, salvo la mayor de ellas,
Hipermestra, que perdonó la vida a su marido, Linceo (¡Lo que ocasionó que su
padre la llevara a juicio por desobediencia!). Las Danaides enterraron los
cuerpos de sus maridos y, según la leyenda, no recibieron un castigo por su execrable
comportamiento porque fueron purificadas por Hermes y Atenea. No obstante, su
crimen fue tan horrible que los dioses decidieron darles tras su muerte el
castigo que no habían recibido en vida. Todas ellas, salvo Hipermestra, fueron
enviadas al Hades y condenadas a llenar de agua vasijas agujereadas durante el
resto de la eternidad. En cuanto a Hipermestra y Linceo, fundaron una estirpe
que gobernó Argos y que alumbró personajes míticos de la talla de Perseo y Hércules.
No es el de las Danaides el único mito griego en el
que el culpable de un hecho atroz es condenado a realizar eternamente una tarea
inane. En otro de ellos, el de Sísifo, que seguramente les resulte más
familiar, el protagonista, un astuto comerciante que se da cuenta de que
asesinando a clientes y viajeros puede incrementar sus beneficios, se ve
impelido a empujar una pesada piedra por una empinada montaña, hasta que cerca
de la cumbre la piedra cae rodando y debe empezar la tarea una y otra vez. Según
otro, también muy conocido, el titán Atlas es condenado por Zeus, por haberse
rebelado contra los dioses, a sostener sobre sus hombros la cúpula celeste;
castigo del que fue redimido gracias, precisamente, a un descendiente de
Hipermestra y Linceo, Perseo, quien, tras cortar la cabeza de la Gorgona, se la
mostró a Atlas, que quedó convertido en piedra en ese mismo instante.
Muchas veces pienso que si los autores o los
compiladores griegos de estos mitos hubieran vivido en la época actual,
seguramente no habrían glosado las tareas inútiles de las Danaides, Sísifo o
Atlas, no, esas leyendas se habrían visto eclipsadas por las que en la
actualidad perpetran Pedro Sánchez, Ximo Puig y Carlos González en sus
respectivos ámbitos de actuación.
Comenzando por el presidente del Gobierno, al que los
lectores habituales de esta sección saben que no profeso una especial simpatía,
sus atrocidades se basan en sus calculadas contradicciones, pero el castigo de
los dioses lo recibimos los ciudadanos. Empezando por su errática política
fiscal y de gasto público, que ha convertido a nuestros bolsillos en una suerte
de vasija agujereada, como las que debían llenar eternamente las Danaides. Doy
ayudas al carburante, pero no bajo el IVA. Ahora bajo el IVA, pero quito la
ayuda al carburante y gravo los plásticos para compensar el IVA que pierdo. Doy
cuatrocientos euros a los jóvenes para comprar video juegos y ahora doscientos
a las familias necesitadas; se supone que el paro baja, ergo por qué hay
familias necesitadas (quizás porque los datos del paro están maquillados,
llámenme quisquilloso, si quieren, pero no me cuadra que haya menos parados y
más personas cobrando la prestación por desempleo).
El president del Consell es como Sísifo. Empuja la
piedra cuesta arriba, no por nosotros sino por mantener su cargo, pero al final
siempre cae rodando, por un motivo u otro, y acaba teniendo que volver a
empezar. Ahora mismo está en una suerte de rebelión impostada ante el Gobierno
para intentar salvar su sillón en unas elecciones autonómicas que se presumen
reñidas. Igual que antes hicieron Lambán en Aragón y Garcia-Page en Castilla-La
Mancha, ha marcado el teléfono de la Moncloa y le ha dicho a Sánchez: “Pedro,
me voy a desmarcar un poquito, que ho tenim fotut, pero no te cabrees.”
Pero Sánchez, que es muy malvado, no le ha perdonado antiguas afrentas y ahora
lo pagamos con el corte del agua del Tajo-Segura y la terrible subida de precio
del agua desalada. De nuevo los dioses nos castigan a nosotros por los pecados
de nuestros políticos.
Pero el mejor de todos es nuestro alcalde, un auténtico Atlas soportando la cúpula de los cielos y lo que le echen. Que nos quedamos sin tren: eso es una oportunidad y Elche será el referente de la provincia y del arco mediterráneo. Que no nos conceden la Agencia Espacial Española: bueno, pero quedamos segundos e hicimos una buena campaña. Que hemos convertido la calle del Ángel en la M30: pues ponemos un radar. Que Carrús sigue apareciendo como el barrio más pobre de España: es que hay economía sumergida. Perseo, por favor, vuela raudo hacia Elche con las sandalias aladas que te entregó el divino Hermes y muéstrale a Carlos González la cabeza de la Gorgona.
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