Esperando
a Godot
Venim de la mar (no portem diners)
Últimamente el alcalde de Elche se muestra muy activo
en lo que a sus comparecencias públicas y declaraciones a los medios de
comunicación se refiere. No es nada extraño, puesto que, aunque quedan once
meses, estamos casi en la recta final de cara a las elecciones municipales.
Carlos González es un corredor de fondo y sabe que debe marcar un ritmo que no
permita a sus enemigos, es decir, a los miembros de su propio partido, ni a sus
adversarios, los partidos de la oposición, situarse en una posición tal que les
permita adelantarle a escasos metros de la meta que se ha planteado (repetir
como candidato en Elche o negociar una canonjía y que salga el sol por
Antequera y póngase por donde quiera).
Por eso lo vamos a ver hasta en la sopa en tanto su
futuro político no se haya despejado. Su última intervención, acompañado por la
concejal de Fiestas, Mariola Galiana, en la Alcaldía y previa convocatoria a
todos los medios de comunicación locales, ha sido para anunciar que el pregón
de las fiestas patronales se adelanta del día siete de agosto, como era
tradicional, al día cinco del mismo mes. Según nuestro primer edil, este
adelanto festero propiciará la “recuperación económica, social y emocional” tras
dos años de parón obligado por la pandemia del coronavirus.
Me alegra mucho el optimismo del alcalde, en un
contexto en el que la recuperación económica parece cada vez más lejana y la
fractura social se está haciendo cada vez más patente. En cuanto a la
recuperación emocional, dado que los sentimientos son un aspecto subjetivo, no
entraré a valorarlo; en cualquier caso, el verano, estación en la que se
celebran nuestras fiestas patronales, es propicio para exacerbar las emociones
en cualquier sentido, marcando un pico de optimismo para algunos y de
melancolía para otros, según le vaya a cada uno.
En cualquier caso, si alargar las fiestas supone un
acicate para nuestra maltrecha economía, bienvenido sea. De hecho, les
recomiendo que este verano disfruten todo lo que puedan, porque nos acechan
unos muy oscuros nubarrones. Una vez que la fase más aguda de la pandemia ha
pasado, o se ha dado oficialmente por finalizada, los bancos centrales de las
principales economías han comenzado a retirar sus estímulos al crecimiento para
intentar mitigar las presiones inflacionistas que se han desatado.
Si nos ceñimos a la política monetaria que nos afecta
más directamente, la que dicta el Banco Central Europeo (BCE), vemos que está
cambiando su tendencia, en la línea de la Reserva Federal Norteamericana y del
Banco de Inglaterra, y está introduciendo correcciones en tres niveles: el
primero es en los tipos de interés, sobre los que ya se han anunciado subidas,
descontadas ya por los mercados bursátiles, y que tendrán una importancia
notable en el comportamiento de la prima de riesgo a corto y medio plazo.
El segundo de esos niveles sería el de la compra de
deuda. Ya se ha anunciado que para después del verano el BCE dejará de comprar
deuda soberana, especialmente de países muy endeudados, como es nuestro caso;
este hecho tendrá varias consecuencias en el plano macroeconómico. La primera
será una subida de la prima de riesgo a largo término, pero también una falta
de financiación de las políticas expansivas que están aplicando todas las
administraciones. Volviendo a la metáfora festera, cuando acabe el verano,
nunca mejor dicho, se acaba la fiesta y tendremos que volver, de una forma
indefectible, a realizar multitud de ajustes en el gasto público que afectarán
a pensiones, política social, educativa, etc.
Por último, un tercer nivel, supondría la falta de
liquidez por el fracaso de las operaciones de refinanciación establecidas a
largo plazo, o TILTROs, por sus siglas en inglés. Las TILTRO influyen sobremanera
en las condiciones en que los bancos pueden prestar dinero a sus clientes,
controlando los tipos de interés a largo plazo e inyectando liquidez en el
sistema financiero. En el caso de España, los tipos de interés los marca el
BCE, pero nuestro elevadísimo nivel de deuda pública va a hacer muy complicado
que dispongamos de un flujo monetario adecuado para las administraciones y las
empresas.
De modo que este año, cuando acaben las fiestas y
Elche se encuentre sumido en ese sopor que lo caracteriza en la última quincena
de agosto, sin que ningún Gobierno municipal haya hecho nunca nada para
intentar mitigarlo, no se pongan de mal humor, como en la “cançoneta de fil i
cotó” que les reproduzco a continuación, porque la cosa se va a poner muy fea y
los políticos nos lo están ocultando.
Venim de la mar,
no portem dine[r]s.
Anem a cal mestre,
i no ha-hi res que fer.
Mo n’anem a casa
en un mal humor
de vore que vénen,
de vore que vénen
les Festes d’Agost.
No hay comentarios:
Publicar un comentario