TRES, SEIS, VEINTICINCO

Publicado en Diario Información el 27 de noviembre de 2021


ESPERANDO A GODOT

Tres, seis, veinticinco

Espero que no interpreten ustedes el título de este artículo como un ejercicio cabalístico, pues estoy convencido de que, cuando les explique su génesis, comprenderán perfectamente a dónde quería ir a parar cuando lo pergeñé.

Pero antes, permítanme que les introduzca una interesante efemérides que acaeció el pasado miércoles, 24 de noviembre, día en que se cumplió el aniversario de la publicación, en 1859, de un libro que revolucionó el pensamiento científico de su época, y que aún es discutido por algunos: El Origen de las especies, de Charles Darwin.

El contenido de este libro, al menos el sentido general de la teoría que Darwin plasma en él, es bien conocido por todos y aceptado, con las matizaciones introducidas por los estudios posteriores y por la evolución de la ciencia en los campos de la biología y la genética en los dos últimos siglos, por la mayoría. Sin embargo, pocos conocen cuál era el título completo original de la obra, y muchos menos aún cuál era el que Darwin había pensado en un principio y posteriormente desechó.

On the Origin of Species by Means of Natural Selection, or the Preservation of Favoured Races in the Struggle for Life (El origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida), era el título original que les comentaba, título que el autor fue acortando en las sucesivas reediciones. Pero el título que Darwin había elegido en un principio era todavía más enrevesado: An Abstract of an Essay on the Origin of Species and Varieties Through Natural Selection (Resumen de un ensayo sobre el origen de las especies y la variedades a través de la selección natural).

Como es obvio, el editor mostró serias objeciones a un título tan farragoso y le pidió que eliminara las palabras “resumen”, “ensayo” y “variedades”; arguyó también que el asunto de la “selección natural” era un concepto con el que los lectores no estaban familiarizados, por lo que asimismo debería desaparecer. La consecuencia fue el cambio total del título por el que conocemos hoy en día y que es mundialmente famoso.

Yo quería titular mi artículo de hoy “Estoy hasta la mismísima coronilla de que los ciudadanos tengamos que cumplir las normas a rajatabla, mientras muchos políticos y algunas administraciones se las pasan por el forro, sentencias judiciales incluidas”. En Diario Información siempre he sido libérrimo tanto en el título como en el contenido de mis artículos, pero éste me parecía demasiado largo, por eso lo dejé en un simbólico “Tres, seis, veinticinco” que son los guarismos que representan el “tres per cent” que Maragall acusó a Pujol de cobrar como comisión en toda la obra pública que se ejecutaba en Cataluña, el seis por ciento de contenido audiovisual en catalán que Esquerra Republicana ha puesto como condición para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, y el 25% de clases en español que el Tribunal Supremo ha establecido como mínimo para ser impartido en los colegios de Cataluña.

Pido disculpas por anticipado, pues mi indignación quizás me lleve a escribir esta semana palabras más gruesas de las que estoy acostumbrado a utilizar, pero es que unas declaraciones del president de la Generalitat Pere Aragonès i Garcia, Pedrito para sus abuelos de Almería, sobre la reciente sentencia del Tribunal Supremo, a la que hacía referencia en el párrafo anterior, ha conseguido enervarme hasta el paroxismo.

En esas declaraciones, Aragonès afirmaba que si Cataluña fuera independiente no tendrían que cumplir las sentencias judiciales. Espero, por el bien de los ciudadanos que allí residen que nunca se cumpla esa circunstancia porque, habida cuenta de lo que piensan sus representantes, aquello sería una dictadura, si no lo es ya, porque resulta que los padres que quieren escolarizar a sus hijos en español, cosa inaudita en España, no van a poder hacerlo porque la Generalitat no va a acatar siquiera la sentencia que fija ese magro 25%.

Abundando en la paradoja en la que vive sumida el asombroso mundo independista, el president también ha afirmado que “…la lengua es una manera de expresar un país diverso, plural y una determinada visión del mundo (…) y el Govern trabajará en la defensa y promoción del uso social del catalán.” Ein Volk, eine Sprache!, hubiera podido añadir sin pestañear el ínclito personaje.

Como decía el tristemente desaparecido profesor Lodares (víd. Esperando a Godot: “El paraíso políglota”, 19 de mayo de 2017), “Cuando hablamos de supuestos conflictos lingüísticos, o de cuestiones como la mal llamada “normalización” lingüística, nos vemos abocados a incurrir en el anatema de luchar contra los mitos de lo políticamente correcto.”

Las lenguas, al fin y al cabo, son como las especies animales. Nacen, se desarrollan, alcanzando un número mayor o menor de hablantes, y mueren. Le ocurrió al latín cuando finalmente devino en las diferentes lenguas romances que ahora existen. Al final, utilizamos un idioma en función de lo práctico que nos resulte. Si en Cataluña se habla más castellano que catalán, a pesar de la asfixiante presión que se ejerce en el sentido contrario, es porque el primero resulta más útil para conseguir el objetivo último, que es comunicarnos de una manera fluida y precisa. Ninguna política autocrática podrá cambiar este hecho.

 ¿EN QUÉ MOMENTO SE JODIÓ LA EDUCACIÓN?

Publicado en Diario Información el 27 de noviembre de 2021

ESPERANDO A GODOT

¿En qué momento se jodió la educación?

Aquéllos de ustedes que sigan esta serie de artículos desde sus inicios, en marzo de 2017, habrán reparado en que Mario Vargas Llosa es uno de los autores que he citado de forma más recurrente. No en vano es uno de mis escritores favoritos. La primera ocasión en que lo hice fue el 26 de mayo de 2017, en un artículo que titulé con la primera frase de la novela del Premio Nobel de Literatura 2010, Conversación en la catedral, que decía ¿En qué momento se jodió el Perú?

Parafraseando al insigne prosista, he querido llamar su atención sobre un tema del que se ha hablado mucho a lo largo de esta semana, y que ha sido objeto de buenas noticias, a nivel local, y de pésimas, a nivel nacional: la educación. La parte positiva ha sido la finalización de las obras de un nuevo centro de enseñanza secundaria en Elche. La negativa, aunque esperada, pues es parte del desarrollo reglamentario de la LOMLOE (la enésima ley educativa de nuestro país), la publicación del Real Decreto 984/2021, que regula la promoción en primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional, así como la titulación en estas tres últimas enseñanzas.

Efectivamente, que Elche cuente con un nuevo instituto es una magnífica noticia sin paliativos, a la que sólo se puede objetar que hayan tenido que transcurrir seis años desde que los mismos partidos gobiernan la Generalitat y el Ayuntamiento para que hayamos visto un nuevo centro educativo en Elche. Centro que, como se ha dicho, tendrá una repercusión positiva, fundamentalmente en dos vertientes: una nueva redistribución en la adscripción de colegios a institutos, para que los alumnos del barrio de El Plá no tengan que desplazarse hasta los centros ubicados junto al barrio de Los Palmerales, y poder dejar libre el edificio del actual IES La Torreta para convertirlo en un centro integrado de formación profesional.

Ahora cabe actuar con inteligencia para que ese nuevo centro integrado aumente su oferta, realizando un estudio en profundidad para, por una parte, redistribuir la oferta de formación profesional en la localidad y, por otra, aumentar el número de familias profesionales y ciclos formativos que se imparten en La Torreta, haciendo especial hincapié en la formación profesional básica, que constituye una magnífica forma de que muchos jóvenes permanezcan en el sistema educativo, y cuyo número de plazas es absolutamente deficitario.

En cualquier caso, los profesionales de la educación, y la sociedad en general, a tenor de la polémica suscitada por la publicación del Real Decreto que les refería anteriormente, se muestran seriamente preocupados por la deriva que está tomando la educación en nuestro país. Es evidente que, salvo los que nos dedicamos a este proceloso mundo, casi nadie lee la legislación en materia educativa, por lo que normalmente los ciudadanos se nutren de las noticias publicadas por los medios de comunicación y las declaraciones que hacen los políticos.

No les descubro nada nuevo si les digo que lo que publican los medios hay que tomarlo cum grano salis, aunque en esta ocasión muchos han reflejado la esencia de lo que la LOMLOE pretende con cierta precisión; por lo que a los políticos se refiere, también es harto evidente que cada cual aplica una visión sesgada y una interpretación acrítica de las medidas que aprueba el contrario. Sucedió con la LOMCE, que ni siquiera llegó a aplicarse en su totalidad, y sucede ahora con la LOMLOE.

Pero, lo que sí resulta absolutamente paradójico es que las declaraciones de la persona que más y mejor debería defender la norma que su predecesora sacó adelante, la ministra de Educación, intente defender la LOMLOE con expresiones que para mí resultan desconcertantes. Sin ir más lejos, esta misma semana, al albur de las críticas recibidas desde numerosos sectores políticos y algunos grupos de docentes, la Sra. Alegría afirmaba que la principal diferencia entre la LOMCE y la LOMLOE radica en que “… (nosotros, es decir el gobierno) trabajamos en promover un esfuerzo basado en la motivación, no en el castigo.”

Estoy convencido de que ningún profesor, antes de la aprobación de la LOMLOE, promovía entre sus alumnos la cultura del esfuerzo a base de castigos. Lo que sí es obvio es que, a partir de ahora, como la responsabilidad de la promoción y titulación va a recaer sobre los hombros de los equipos docentes, los pedagogos de salón aducirán que aquellos alumnos que no aprueben no habrán fracasado por su demérito, sino por la escasa capacidad de sus profesores para “motivarlos”. Argumento que planteado al revés resulta muy peligroso: si nadie suspende por demérito propio, nadie considerará tampoco necesario hacer méritos para aprobar.

Por cierto, que esos pedagogos de salón que no han pisado un aula en su vida, pero nos pretenden convencer de las bondades de sus propuestas, son los mismos que ya pululaban por aquí en el momento en que se jodió la educación: el 4 de octubre de 1990, día en que se publicó la LOGSE en el Boletín Oficial del Estado.

 DEMOCRACIA

Publicado en Diario Información el 13 de noviembre de 2021

Democracia

Gracias a las obras de historiadores griegos, como Heródoto, Tucídides y Jenofonte, de los textos que han llegado hasta nosotros de discursos, como los más de ciento cincuenta que se conservan del gran orador que fue Demóstenes, e incluso de comedias escritas por dramaturgos como Aristófanes, conocemos como fue la forma de gobierno en la Antigua Grecia, especialmente en Atenas, considerada la cuna de la democracia occidental.

No obstante, entre la democracia ateniense y la nuestra media una gran diferencia: mientras la nuestra es representativa, es decir, que elegimos en las urnas unos representantes para que tomen las decisiones en nuestro nombre, en Atenas todos los ciudadanos (los varones libres, únicamente, claro) gozaban de los mismos derechos políticos, de libertad de expresión, y la posibilidad de participar de forma directa en política. De hecho, esa participación era obligatoria, siendo parte de los miembros de las asambleas elegidos y otra parte nombrados directamente mediante un sorteo entre los hombres atenienses mayores de veinte años.

Comparto con ustedes esta reseña histórica sobre la democracia ateniense porque dos hechos acaecidos esta semana me han hecho reflexionar sobre el funcionamiento de nuestro sistema político, una democracia representativa, como les decía: la entrevista a Isabel Díaz Ayuso en el programa de Antena 3 “El Hormiguero” y la polémica surgida en torno a la elección de cuatro miembros del Tribunal Constitucional y seis del Tribunal de Cuentas.

Sobre la entrevista a la señora Ayuso se han escrito ríos de tinta en la prensa y en las redes sociales, pero lo más curioso del caso es que se dice que se ha proclamado vencedora sobre sus enemigos (los de su propio partido, los de los partidos opuestos son meros adversarios), porque su cuota de pantalla fue superior a la de otros cargos populares que han acudido al mismo espacio televisivo. Curiosa forma postmoderna de establecer una victoria.

Yo creo que, efectivamente, la presidenta de la Comunidad de Madrid salió airosa de esa entrevista, pero gracias a su frescura y espontaneidad, atributos de los que la mayoría de los cargos públicos, de cualquier partido, carecen. Además, pronunció una frase lapidaria dirigida a la dirección de su partido: “Soy una mujer libre. Las urnas me dan más libertad que los despachos.”

La otra cuestión, la de la elección de miembros del Tribunal Constitucional y del Tribunal de Cuentas, aún no se había dilucidado en el momento de escribir este artículo, pero me atrevo a hacer un vaticinio: ningún diputado va a romper la disciplina de voto de su partido y la elección se va a producir en los términos pactados por las cúpulas del PSOE, del PP y de Podemos (que en esto ha quedado su “regeneración democrática”).

De hecho, el PSOE ha enviado una instrucción a los miembros de su grupo parlamentario en el Congreso, instrucción que parece ser que es habitual en muchas votaciones, indicando que el voto “secreto” de cada diputado debe ser mostrado a un asistente quien, tras comprobar que el voto es “correcto”, envía una confirmación del voto emitido junto al nombre del diputado de que se trata. Al parecer, esta práctica no la realizan ni el PP ni Podemos, pero no creo que ningún diputado de sus filas se desvíe tampoco de las instrucciones recibidas a este respecto.

Entonces, si nuestro sistema político es, como hemos repetido, una democracia representativa, a mí se me plantea una terrible duda: ¿A quién representan los diputados que elegimos en las urnas? Pregunta cuya respuesta es pavorosa, pues me temo que esos diputados hace mucho que han dejado de representar al cuerpo electoral al que se deben, para ejercer esa función en nombre de sus respectivos partidos, a los que deben su inclusión en las listas.

El problema es serio, pues es extrapolable a otros órganos legislativos y de representación, como las asambleas autonómicas o los ayuntamientos. En el nuestro, sin ir más lejos, un repaso a los currículums de los concejales nos podría llevar a la conclusión de que muchos de ellos, no todos por fortuna, ejercen la actividad política como su única profesión. Ese hecho provoca que tomen decisiones, en algunos casos, movidos por su ansia de agradar a los que los pusieron en las listas, en lugar de a los ciudadanos de Elche.

 APAGÓN

Publicado en Diario Información el 6 de noviembre de 2021


ESPERANDO A GODOT

Apagón

"En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero." (Génesis 1:1-5).

Ya sea uno creyente o no, hay que reconocer que estos primeros versículos de la Biblia encierran una gran carga poética y resultan muy emotivos. Sin ánimo de realizar un estudio hermenéutico, me gustaría subrayar la fuerza que evoca el simbolismo de la luz en las escrituras; la luz, como contraposición a la oscuridad, es el hilo conductor de la historia bíblica y la teología, puesto que representan la dicotomía entre el bien y el mal. La oscuridad evoca todo lo contrario a Dios: la maldad, el juicio y la muerte; la luz, por el contrario, se usa como metáfora de la vida, la salvación y la presencia de Dios.

La ciencia, por su parte, también trata de explicar el comienzo del universo, y la luz es una parte integrante y muy importante del mismo. La teoría del “Big Bang” parece ahora mismo la más aceptada entre la comunidad científica, especialmente tras los últimos estudios que han encontrado pruebas irrefutables de la existencia de ondas gravitacionales, formadas por un movimiento súbito de ingentes masas (algo similar a las ondas que se crean en un estanque al arrojar una piedra). La existencia de esas ondas fue predicha de forma teórica por Albert Einstein, dentro de su teoría de la relatividad general, que propugnaba que esas ondas probaban que lo que era el universo, una bola de luz concentrada, explotó, convirtiéndose en algo más grande cuando sólo tenía una edad de 10-35 segundos.

En cualquier caso, y dado que no tengo los suficientes conocimientos cabalísticos ni científicos para explicar mejor ninguna de las dos teorías, ni tampoco pretendo convencerlos para atraerlos a alguna de ellas, bajemos a la tierra para seguir hablando del mismo asunto con el que hemos comenzado: la luz, aunque en su aspecto más mundano.

No voy a entrar a explicarles la escalada de los precios de la energía en nuestro país, porque es un asunto por todos conocido, ya que lo sufrimos en nuestros bolsillos en forma de una inflación desbocada. Ni tampoco intentaré desvelar los entresijos del porqué de esa escalada, puesto que ni los expertos en la materia son capaces de hacerlo. No, la reflexión que quiero compartir con ustedes va más allá y es la del nuevo espectro que se cierne sobre nosotros: el apagón.

Los últimos tiempos que nos ha tocado vivir han estado presididos, por desgracia, por la incertidumbre, la zozobra y, en definitiva, el miedo, instalado en una sociedad que se sentía invulnerable gracias a los grandes avances científicos y tecnológicos de los últimos años. Pero la realidad es muy tozuda y a base de imponderables, coronados por la pandemia de coronavirus, esa confianza de la sociedad occidental se ha tornado en un temor casi patológico.

Los que mandan, y no me refiero sólo a los políticos, aunque éstos son los que mejor saben aprovechar este tipo de circunstancias, se han dado cuenta de que una sociedad presidida por el terror es más dúctil y fácil de manejar. Por eso, con el imprescindible concurso de los medios de comunicación, parece que se pasen el día pergeñando historias mefistofélicas, para las que luego inventan soluciones que pasan, indefectiblemente, por el recorte de nuestras libertades, una subida de impuestos o, en el peor y más frecuente de los casos, ambas cosas a la vez.

La teoría del apagón que ahora vaticinan para este invierno entra en esa categoría de problema creado para ofrecernos luego una solución, cuando el pavor nos penetre hasta la médula; de ese modo, ya no veremos con malos ojos el precio de la electricidad, puesto que, al menos, tendremos luz con la que calentar nuestros hogares y seguir con la actividad cotidiana, aunque sea a un precio inadmisible.

Seguramente habrán oído hablar de la historia de Edipo. Edipo era el hijo de Layo y Yocasta, reyes de Tebas. Cuando la reina estaba embarazada de él, los monarcas se dirigieron al Oráculo de Delfos, donde les predijeron que su hijo mataría a su padre y se casaría con su madre; todos los intentos de los actores de esta historia (narrada de una forma soberbia por Sófocles en su tragedia “Edipo Rey”) para evitar que la profecía se cumpliera provocaron que se hiciera realidad.

Esperemos que las acciones, inacciones, errores y estulticia de nuestros gobernantes no conviertan también el asunto del apagón en una profecía autocumplida.

 MUJERCITAS

Publicado en Diario Información el 30 de octubre de 2021

ESPERANDO A GODOT

Mujercitas

Ciertos acontecimientos, que han tenido alguna repercusión en los medios de comunicación y en las redes sociales esta semana, me han traído a la mente, ya saben ustedes mi gusto por hilar historias que, en principio, no parecen tener relación, una novela de una autora norteamericana, llevada al cine en siete ocasiones (la última el año pasado); se trata de Little Women (Mujercitas), una novela para niños que la norteamericana Louisa May Alcott escribió en dos partes, en 1868 y 1869.

La novela tiene una fuerte carga autobiográfica, pues la autora vivió una infancia similar a la de las protagonistas, las hermanas Meg, Jo, Beth y Amy March. Las cuatro chicas vivían, junto a su madre, en una tranquila ciudad de Massachusetts, mientras su padre servía como capellán militar durante la Guerra de Secesión. La muerte del padre y las subsiguientes vicisitudes que las cinco mujeres tuvieron que atravesar para sobrevivir en un mundo dominado por los hombres, constituyen la línea argumental de la obra.

Ese hecho, unido a ciertos datos biográficos de la autora, ha llevado a plantearse a muchos críticos la cuestión de si la novela de Alcott es una historia feminista. Lo cierto es que Louisa May apoyó durante su vida muchas causas por los derechos de las mujeres y contra la esclavitud. Cuando, en 1880, se aprobó una ley en Massachusetts que permitía que las mujeres votaran (sólo sobre ciertas cuestiones limitadas), no sólo fue la primera que se inscribió para votar (en los EE. UU. hay que inscribirse para poder ejercer el sufragio activo), sino que convenció a otras muchas mujeres a seguir su ejemplo.

“Me parece un pobre argumento afirmar que las mujeres deben votar porque son buenas. Los hombres no votan por ser buenos; votan por su condición masculina, y las mujeres deberían votar no porque nosotras somos ángeles y los hombres son bestias, sino porque todos somos seres humanos y ciudadanos de esta nación”. Éstas fueron las palabras textuales que en cierta ocasión pronunció Louisa May Alcott, respecto al sufragio femenino, por lo que no les sorprenderá si les digo que mujeres como la propia Simone de Beauvoir han reconocido que la escritora norteamericana tuvo una gran influencia sobre ellas cuando eran niñas.

En la España de 2021, por el contrario, dos supuestos humoristas que trabajan en TV3, la cadena de televisión que pagamos todos los españoles para que nos insulten, vejen nuestras instituciones y socaven nuestro Estado de derecho, publicaban en sus redes sociales un vídeo en el que incluían referencias sexuales, de muy mal gusto, a la Reina de España y sus hijas. La Reina es una persona mayor de edad, con lo que el rechazo social que han recibido los dos energúmenos en cuestión puede que sea suficiente para hacerles reflexionar (aunque dudo que su capacidad de discernimiento se lo permita). Pero publicar injurias sexuales contra menores de edad es un delito en el que la Fiscalía puede y debe actuar de oficio. La suerte que tienen esos dos degenerados es que las menores insultadas sean quienes son y la Casa Real no quiera crear más polémica, pero si hubieran sido cualesquiera otras, esos bárbaros que no merecen llamarse personas estarían ya respondiendo ante la justicia.

Todo esto nos conduce a una reflexión sobre cuál es el modelo de mujer que nos gustaría para una sociedad totalmente igualitaria en derechos y deberes para todos los ciudadanos, para todos los seres humanos, como preconizaba Alcott; por un lado, tenemos el modelo de las ministras de extrema izquierda, Irene Montero y Ione Belarra (Yolanda Díaz me despista, yo creo que es como ellas, pero más lista y con mejor mercadotecnia). Irene Montero, gran defensora del feminismo, llegó a ministra por ser la señora de. Ione Belarra por ser amiga de la señora de. Me gustaría que me explicaran la diferencia entre este tipo de ascenso social y de igualdad real entre hombres y mujeres y el que existía en los tiempos más oscuros del franquismo. El otro modelo es el de dos “mujercitas” la Princesa Leonor y la Infanta Sofía; independientemente de lo que representan, y de que se esté o no de acuerdo con ello, son dos jóvenes formadas, educadas y que cumplen a la perfección con el papel institucional que se les ha asignado (aunque podrán ustedes argumentar, y yo tendría que darles la razón, que las hijas del Rey tienen un privilegio por cuna que otras mujeres no han tenido).

En Elche, esta semana también ha habido una polémica protagonizada, a su pesar, por una mujer. La cuestión ha estado centrada en la realización, durante más de dos meses, de unos trabajos de exhumación de cadáveres de la Guerra Civil en el Cementerio Viejo por una empresa que trabajaba sin la necesaria relación contractual previa con el Ayuntamiento. La edil explicó en rueda de prensa que “fue un error administrativo”, error del que, por supuesto, ella no asume ninguna responsabilidad, que carga sobre los funcionarios. Mala gestión y mala jefa con sus funcionarios. Pero, lo más curioso es que en la rueda de prensa que dio para ofrecer estas pobres explicaciones, la tuvo que acompañar un concejal varón.

Al fin hemos conseguido la igualdad real en Elche, al menos entre los concejales: su incapacidad a la hora de gestionar y, sobre todo, de pronunciar el verbo dimitir.

 DEL PUENTE A LA ALAMENDA Publicado en Diario Información el 8 de julio de 2023 Esperando a Godot   Del puente a la alameda   ...