HISTORIA DE DOS CIUDADES
Publicado en Dario Información el 7 de abril de 2017

ESPERANDO A GODOT

 

Historia de dos ciudades

Historia de dos ciudades, una de las obras más conocidas del celebérrimo escritor inglés Charles Dickens, se desarrolla, como es bien sabido, a caballo entre las ciudades de Londres y París, en los albores de la Revolución Francesa. En aquellos tiempos la capital de Inglaterra era un remanso de paz, mientras que la de Francia vivía momentos turbulentos. Ahora los tiempos azarosos son compartidos: en Londres a causa del Brexit, en París por el fulgurante ascenso en las encuestas de Marine Le Pen.

Pero, siendo ésta la “historia de dos ciudades” más famosa, en el mundo y en España existen otras parejas de ciudades cuyos vínculos resulta muy interesante analizar: Minneapolis-Saint Paul, en Minnesota (EE.UU.) y Alicante-Elche, por ejemplo.

Minneapolis y Saint Paul son conocidas como las Twin Cities, las Ciudades Gemelas. Minneapolis tiene una población de 383.000 habitantes. La de Saint Paul alcanza los 285.000, pero ambas, junto con otros once condados de Minnesota y dos de Wisconsin, configuran un área metropolitana conformada por 3.280.000 almas.

No se puede decir que la situación geográfica de las Ciudades Gemelas sea la óptima para su desarrollo. A diferencia de las megalópolis de las dos costas americanas, Minneapolis-Saint Paul no se beneficia de la proximidad de otras grandes ciudades, con los intercambios comerciales que ello genera.

Sin embargo, Minneapolis-Saint Paul alberga la sede central de 19 de las 500 mayores empresas de los Estados Unidos, más que cualquier otra área metropolitana de su tamaño, con la particularidad de que, al contrario de ciudades como Atlanta, esas empresas no se han desplazado hasta allí, sino que nacen y permanecen en su territorio.

La clave del éxito de estas dos ciudades es sencilla, al menos en teoría. Desde los años sesenta del siglo pasado han desarrollado políticas comunes destinadas a ofrecer ventajas fiscales que atrajeran a las empresas y a poner en marcha una serie de servicios sociales que redujeran las desigualdades.

En la gran ciudad norteamericana tipo la brecha entre las zonas ricas y pobres es enorme. Pero en el caso de las Ciudades Gemelas la riqueza se ha ido expandiendo desde los centros urbanos a las periferias, permitiendo con ello que el área metropolitana provea a los distritos menos favorecidos con unos servicios públicos de calidad, manteniendo un alto nivel de vida para todos los ciudadanos.

Gracias a todo ello, Minneapolis-Saint Paul ha conseguido conservar intacto su activo más importante: sus ciudadanos mejor preparados no abandonan la ciudad. De todas las grandes ciudades de Estados Unidos, las Gemelas son las que menos población con título universitario pierden.

Alicante y Elche, al contrario que Minneapolis-Saint Paul, siempre han vivido de espaldas. La población de Alicante es de 335.000 habitantes, la de Elche de 230.000. En este caso, no podemos hablar de área metropolitana, pero sí de un “área funcional” entre ambas ciudades que sumaría unas 700.000 personas. En un país como España, esta masa poblacional haría de Alicante-Elche la novena área urbana del país, al mismo nivel que Zaragoza y por encima de Murcia.

Al contrario también que las Ciudades Gemelas de Minnesota, Alicante-Elche se ubica en un ámbito geográfico privilegiado: la provincia de Alicante es única en España, con casi dos millones de habitantes y un gran número de grandes ciudades. Nos encontramos en el centro del corredor mediterráneo, y tenemos muy cerca dos grandes áreas metropolitanas, Murcia y Valencia.

Una unión efectiva de Alicante-Elche en una gran área funcional supondría que ambas alcanzaran un rango superior, que cada una por sí sola jamás lograría, permitiendo la organización de un potente foco, capaz de relacionarse, en condiciones de igualdad, con Murcia por el sur y con Valencia por el norte.

Quizás, ese foco sería capaz de lograr lo que la unión de Minneapolis y Saint Paul ha conseguido para sus ciudadanos: mayor calidad de vida, mejores servicios públicos y, lo más importante, un acicate no sólo para conservar el talento que ya tenemos, sino para atraer más de fuera y generar así empleo de calidad.

Entonces, si está claro que juntos somos más fuertes, ¿por qué no hemos explotado nunca esa fortaleza? Quizás porque a Valencia nunca le ha interesado, quizás por nuestra propia torpeza, quizás porque Elche sigue esperando a Godot... y Alicante también.

 

 

 

 

LA CIUDAD DE LA ETERNA ESPERA
Publicado en Diario Información el 31 de marzo de 2017

ESPERANDO A GODOT

La ciudad de la eterna espera

A finales de los años 40, el novelista y dramaturgo irlandés Samuel Beckett escribió su obra más conocida que, a la postre, se iba a convertir en una pieza clave dentro de lo que se denominó el “teatro del absurdo”: Esperando a Godot.

Esperando a Godot es una tragicomedia en la que el autor, de forma deliberada, crea una trama repetitiva y en la que, en realidad, nada ocurre. Los personajes principales, Vladimiro y Estragón, esperan en un cruce de caminos la llegada de un personaje, Godot, que nunca aparecerá.

La eterna espera de Vladimiro y Estragón tiene, como la describió de forma magistral Pedro Laín Entralgo, en un artículo publicado en 1989, tres características: “La indefinición temporal, la gratuidad y la inactividad. Esperan sin poner límite al plazo de su espera; esperan sin el menor indicio de la razonabilidad de su confianza en la llegada de Godot, sólo porque éste, no se sabe cómo, les ha hecho creer que vendrá.”

En ocasiones tengo la desagradable impresión de que nuestra ciudad se encuentra en un impasse similar al de Vladimiro y Estragón. No quiero ser pesimista. Si analizamos los datos de una forma totalmente fría y objetiva es cierto que, a lo largo de los últimos setenta y cinco años, el desarrollo que ha alcanzado Elche no tiene parangón en la provincia de Alicante ni, probablemente, en toda España.

Un mero repaso, por ejemplo, de los censos de 1940, en comparación con los de 2015, nos permite constatar que en 1940 la población de Elche y la de Alcoy eran similares (en torno a los 45.000 habitantes). Pero entre 1940 y 2015 la población de Alcoy se ha multiplicado por uno con treinta y cinco, mientras la de Elche lo ha hecho por cinco (60.000 y 230.000 habitantes respectivamente).
En el parque empresarial de Torrellano trabajan 13.000 personas, el aeropuerto de Alicante-Elche está próximo a alcanzar los 13 millones de pasajeros al año, tenemos un tejido industrial potente, una agricultura moderna y productiva. 

Además, dejando aparte las cuestiones meramente crematísticas, Elche es sede de tres universidades, ha sido galardonada con dos Patrimonios de la Humanidad y un Reconocimiento de Buenas Prácticas por la UNESCO, nuestro litoral es el mejor conservado de nuestro entorno y tenemos espacios naturales de importantísimo valor medioambiental como el Hondo o el Clot de Galvany.
¿Qué nos está pasando entonces? ¿Por qué tenemos ese sentimiento de que en Elche no pasa nada? Quizás sea precisamente por eso, porque no pasa nada, porque siempre estamos esperando algo, pero ese algo nunca llega.

Otras ciudades han tenido este mismo sentimiento en el pasado. Barcelona y Bilbao son ejemplos paradigmáticos. Barcelona tuvo dos líderes, dos alcaldes, Narcís Serra y, especialmente, Pasqual Maragall, que supieron aprovechar el tirón de las inversiones que recayeron en la ciudad con motivo de los Juegos Olímpicos de 1992 para cambiar totalmente su fisonomía, con su apertura al mar y la transformación de zonas degradadas en ejes de nueva centralidad.

En el caso de Bilbao, también fue su alcalde, Iñaki Azkuna, quien lideró la transformación de su ciudad. El Alcalde Azkuna, Premio Alcalde del Mundo 2013, haciendo de la necesidad virtud, consiguió acometer una reorientación total del tejido productivo de la ciudad, así como una regeneración de la ría que ha cambiado completamente la apariencia de Bilbao.

Puede ser entonces que en Elche lo que estemos esperando no sea algo, sino alguien. Ese líder carismático que emprenda la transformación de una ciudad que, por otra parte, tiene todos los ingredientes necesarios para afrontar el futuro con esperanza.

Entretanto, espero que nuestra historia no termine como Esperando a Godot.


 DEL PUENTE A LA ALAMENDA Publicado en Diario Información el 8 de julio de 2023 Esperando a Godot   Del puente a la alameda   ...