EL CONDE DE MONTECRISTO
Publicado en Diario Información el 11 de febrero de 2023
Esperando
a Godot
El conde de Montecristo
Retomando la senda literaria que constituyó el
leitmotiv de esta sección en los primeros años de su procelosa singladura en
las páginas del Diario Información, me gustaría hoy hablarles de una novela, quizás
de las mejores escritas en lengua francesa. Novela que por otra parte les
sonará, puesto que si no la han leído seguro que han visto alguna de las
versiones cinematográficas con la que ha sido llevada a la gran pantalla,
singularmente la protagonizada por el celebérrimo actor francés, aunque
nacionalizado ruso por razones que ahora no vienen al caso en enero de 2013,
Gérard Depardieu.
Se trata de “El conde de Montecristo”, escrita
por Alejandro Dumas y publicada a modo de serial, entre agosto de 1844 y enero
de 1846, en el diario parisino Le Journal des Débats. Esta novela
romántica y de aventuras, con un cierto tono moralizante, se desarrolla en los
tiempos posteriores a la caída del Imperio Napoleónico (empieza en 1815 y
finaliza en 1844) a caballo entre París, donde se desarrolla la mayor parte de
la acción, Marsella, Roma, Monte Cristo (isla que existe y se encuentra entre
la costa italiana del Tirreno y Córcega), Grecia y Constantinopla.
La trama nos cuenta las vicisitudes del protagonista,
Edmundo Dantés, encarcelado injustamente, y su pugna por castigar a los
responsables de su encierro. Durante su estancia en prisión conoce al abate
Faria, un sacerdote y erudito italiano, que revela a Dantés la existencia de un
tesoro enterrado en la isla de Monte Cristo al que éste accede tras su
asombrosa fuga. El poder y la posición que la riqueza le granjean permiten a
Dantés adoptar la identidad del conde de Montecristo para trascender su
naturaleza humana y actuar como una suerte de brazo ejecutor de la venganza
divina.
En el Levante español, expresión geográfica que me
encanta por las ampollas que provoca en algunos, también tenemos un tesoro que
ha generado, genera hoy en día y podría seguir generando una riqueza similar a
la que Edmundo Dantés desenterró en la isla de Monte Cristo: nuestro sector
agropecuario y todas las industrias de transformación que se han generado a raíz
de él. Alicante, Murcia y Almería son la huerta de Europa. Nuestro suelo y
nuestro clima son óptimos para la producción de todo tipo de frutas y
hortalizas y nuestros empresarios han creado un sector industrial moderno,
competitivo, que da trabajo a un gran número de personas y que aporta un alto
valor añadido.
Lamentablemente el Gobierno que padecemos en España se
ha convertido en una suerte de “Fernand”, el personaje que traiciona a Dantés
en “El conde de Montecristo”, y está intentando, nadie sabe por qué, destruir
esa inmensa fuente de riqueza que atesoramos de la forma más cruel posible:
privando a nuestros agricultores del agua necesaria proveniente del trasvase
Tajo-Segura y condenándolos a abandonar miles y miles de hectáreas de cultivo,
con lo que se condena no sólo a la desaparición del sector sino también a un
desastre ecológico y económico que ya se está notando, pero que a medio plazo
será absolutamente patente.
No es la primera vez que un ejecutivo del PSOE reduce
la aportación de agua para riego a nuestra zona. Ya ocurrió en 2004 cuando José
Luis Rodríguez Zapatero, para contentar a los nacionalistas catalanes, derogó
el Plan Hidrológico Nacional que hubiera supuesto la solución definitiva al
déficit hídrico secular que padecemos. Por aquel entonces la ministra de Medio
Ambiente y brazo ejecutor de tamaña fechoría era Cristina Narbona. Para centrar
la cuestión debo hacer un inciso para explicarles que la susodicha es
actualmente presidenta del PSOE y mujer de Josep Borrell, quien a su vez ostenta
el cargo de alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y
Política de Seguridad.
Lo cual nos lleva del agua a la política internacional
de España y con ello a la cumbre que se celebró la semana pasada entre nuestro
país y Marruecos, con el desplante por todos conocido del Rey Mohammed VI a
Pedro Sánchez, hecho que no me alegra lo más mínimo porque supone una afrenta
diplomática a nuestro país. En esa cumbre se abordaron diversas cuestiones
sobre aspectos que afectan a ambas naciones; pero lo que jamás se ha explicado
es el motivo por el que nuestros agricultores, ahora privados de agua, han de
verse sometidos a unos estrictos controles fitosanitarios y de trazabilidad de
su producción, cumpliendo con las normas de la Unión Europea, pero a los
productos agrícolas que importamos de Marruecos no se les aplica el mismo
rasero.
Quizás el razonamiento sea retorcido, pero los constantes cambios de opinión en nuestra política exterior, cuando no un sometimiento absoluto al Gobierno de Marruecos por parte del nuestro, me llevan a pensar que la destrucción de la agricultura en el Levante y la política de laissez faire con las importaciones desde el Magreb no son sino dos caras de la misma moneda.
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