LA PARADOJA DE EPIMÉNIDES

PUBLICADO EN DIARIO INFORMACIÓN EL 29 DE JUNIO DE 2021


ESPERANDO A GODOT

La paradoja de Epiménides

El pasado domingo, me encontraba enfrascado en la lectura de una novela de Eduardo Mendoza, magnífica como toda su producción literaria, titulada El negociado del yin y el yang. En un pasaje de la obra sale a colación, por motivos que no les voy a explicar para no estropearles su lectura, si tienen el gusto de hacerlo, la conocida paradoja de Epiménides, o paradoja del mentiroso.

La paradoja del mentiroso consiste en un argumento que lleva a una contradicción al tratar de razonar la frase pronunciada por un mentiroso. Los expertos en lógica filosófica nunca se han puesto de acuerdo en cómo resolverla, a pesar de llevar más de dos mil años discutiendo una posible solución. Para que se hagan una idea de la dificultad que entraña, expongamos el problema en términos de lógica proposicional: supongamos que P es la frase del mentiroso. Si P es verdad, entonces es falsa; pero lo contrario también podría ser cierto. Porque si la frase del mentiroso se enunciase como “P es falso”, esa frase entonces sería verdad, luego P sería verdad. En consecuencia, hemos demostrado que P es verdad si, y sólo si, es falsa.

Uno de los ejemplos más clásicos de esta paradoja, de ahí que se la haya también rebautizado con su nombre, es la que alumbró el poeta y filósofo griego del siglo VI a. C., Epiménides de Cnosos o de Festo: “Todos los cretenses son mentirosos”. Si de esta sentencia inferimos que todas las afirmaciones realizadas por los cretenses son falsas, habida cuenta de que el propio Epiménides era cretense, su afirmación es falsa (i. e. no todos los cretenses son mentirosos). Se trata de la paradoja en su expresión más simple, pues, como intentábamos explicar en el párrafo anterior, surge de considerar una oración como “Esta frase es falsa”. Si es verdad, es falsa, y si es falsa, es verdad.

El estudio de este tipo de paradojas semánticas ha llevado a algunos lógicos, entre los que destaca Alfred Tarski, a hacer una distinción entre el lenguaje objeto (cuando el objeto de investigación es un lenguaje natural o artificial) y el metalenguaje (el lenguaje utilizado para investigarlo y que formula una metateoría), llegando a la conclusión de que ningún lenguaje puede desarrollar una teoría semántica completa que sea consistente con todas las oraciones que puede generar.

Disculpen ustedes el rollo macabeo que les he presentado a modo de introducción para poder llegar a exponer mi tesis: “Todos los políticos son mentirosos”. Como les confesé en un artículo anterior, yo mismo participé en política activa en el pasado, por lo que esta frase podría ser verdad o falsa, aplicando los criterios teóricos y el ejemplo de los cretenses que hemos desarrollado.

Sin embargo, paradojas aparte, que en política hay muchas, los acontecimientos que se están viviendo en nuestro país en los últimos tiempos, no se pueden explicar desde el punto de vista de la lógica, por lo que hay que entrar en otros campos filosóficos y literarios más acordes con lo que está acaeciendo, como el surrealismo, el esperpento o el sainete.

Cómo si no podríamos explicar el asunto de los indultos a unos individuos que perpetraron graves delitos, no sólo de sedición- que ése se podría hasta discutir si no fuera hecho juzgado y sentenciado- sino también de prevaricación y malversación de caudales públicos. Lo cierto es que uno empieza a barruntar que, para poder llevar a cabo la moción de censura contra Mariano Rajoy, Pedro Sánchez urdió una inconfesable trama con sus socios separatistas, y que éstos tienen pruebas de ello que amenazan con airear si el presidente no se aviene a todas y cada una de sus exigencias. Pero aquí, de nuevo chocamos con la paradoja, pues el propio Sánchez dice que indultar a estos criminales es bueno para el país. Pero como, por definición, siempre miente, o la construcción semántica es incorrecta, o el hecho en sí es mentira, por lo que sólo será verdad si es mentira y si es verdad también será mentira.

Otro ejemplo palmario, protagonizado también por el ínclito Sánchez es el de la “cumbre de los veintinueve segundos” celebrada entre él mismo y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, durante la última reunión de la OTAN. En este caso la paradoja no es sólo semántica, sino también temporal: nadie se puede explicar (aunque muchos lo han hecho con la habitual retranca ibérica) que en ese lapso se pudieran tratar todos los temas enunciados por nuestro presidente. Aunque claro, podría darse la paradoja de que la gran capacidad de síntesis de Pedro Sánchez lo hiciera posible.

Ojalá en el ámbito de la política local también fuéramos capaces de sintetizar los problemas como los hace el equipo de la Moncloa. Aunque me temo que es, más bien, al contrario: nuestro alcalde tiene el vicio, o la virtud, de explicarnos todo de una forma tan pormenorizada que cualquier actuación, como el asfaltado de una calle, la puesta en funcionamiento de un contenedor, el cubrimiento con arena de unos restos arqueológicos o la instalación de unos juegos infantiles en un parque, alcanzan la categoría de discurso institucional, debidamente prolongado por el absurdo lenguaje inclusivo.

De todos modos, qué más da, si los políticos son cretenses.

 ARBEIT MACHT FREI

PUBLICADO EN DIARIO INFORMACIÓN EL 12 DE JUNIO DE 2021


ESPERANDO A GODOT

Arbeit macht frei

En la Alemania decimonónica, transcurrió la vida de un lingüista y escritor germano llamado Lorenz Diefenbach (1806-1883). Georg Anton Lorenz, que era su nombre de pila completo, destacó como filólogo, lexicógrafo y novelista, campo en el que se le asocia con el movimiento nacionalista alemán, aunque realmente su profesión era la de pastor luterano y bibliotecario.

Los trabajos lexicográficos de Diefenbach todavía son citados hoy en día por los eruditos en la materia, especialmente su glosario latín-alemán, así como sus estudios filológicos y sobre gramática comparada del latín, los dialectos germánicos y las lenguas celtas. Sin embargo, su nombre saltó a la fama en el siglo XX gracias a su popular novela Arbeit macht frei. El trabajo te hace libre, que sería la traducción al español del título, versa sobre un personaje tahúr y estafador que consigue retornar al buen camino a través del trabajo estable.

Por desgracia, el título de la novela que les relataba se hizo después tristemente famoso al ser adoptado como lema por varias instituciones austríacas y alemanas y, eventualmente, por los nazis, que inscribieron esa leyenda en la puerta de entrada de los campos de exterminio de Dachau y de Auschwitz; infamia añadida, como una cruel burla, a la suerte que corrieron millones de judíos, tiroteados nada más bajar de los trenes, o gaseados y quemados con una eficacia teutónica.

En la actualidad, tanto Dachau, que se encuentra muy cerca de Múnich, la capital de Baviera, como Auschwitz, a unos setenta kilómetros de la ciudad polaca de Cracovia, se han transformado en museos conmemorativos del horror que supuso el régimen del Tercer Reich. En los dos casos también se puede entrar por las cancelas de hierro que se cerraban tras los desdichados prisioneros y caminar bajo la consabida e ignominiosa leyenda de “Arbeit macht frei”.

Sea como fuere, conservar estas instalaciones para su contemplación por las generaciones actuales y venideras, como recuerdo de un pasado bárbaro que todos debemos evitar que se repita, me parece una magnífica idea. Del mismo modo que me parece envidiable que tanto en Alemania, como en Polonia, como en el resto de Europa Occidental haya un amplio consenso en cuanto a la condena de los regímenes nazis y fascistas que asolaron el continente en el siglo XX. Lamentablemente, ese consenso no es tan amplio (aunque en Polonia sí lo tienen claro porque lo padecieron) a la hora de condenar a la Unión Soviética y los regímenes comunistas de sus países satélites, que también fueron los causantes de millones de pérdidas de vidas humanas y de altas cotas de miseria y degradación del ser humano allí donde se implantaron.

En España, haciendo gala de nuestra particular idiosincrasia, no somos tan avezados como los alemanes y los polacos a la hora de aprender de los errores, ni de los aciertos, de nuestra historia. Muy al contrario, en lugar de analizarla de una forma fría, rigurosa y científica, en ocasiones, muchos intentan reescribirla a la luz de su ideología particular. El caso de los acontecimientos acaecidos en la época de la II República, los hechos que desencadenaron la Guerra Civil y la ulterior dictadura del General Franco son ejemplos de los errores. La modélica transición democrática tras la muerte del tirano es un ejemplo de los aciertos.

Por el párrafo anterior habrán inferido que disto mucho de ser un defensor de la dictadura franquista, ni de cualquier dictadura, sea del signo que sea. Ahora bien, la polémica que ha surgido en nuestra ciudad en torno a la posible retirada de la cruz que se alza en el Paseo de Germanías me ha llevado a conversar con un gran amigo, historiador, en torno a ese hecho, a la reciente historia de España y al manifiesto publicado por una asociación de historiadores de Elche, entre los que he reconocido a antiguos concejales del PSOE o a algún alto cargo en la administración local con ese partido.

Mi amigo, el historiador, sobre ese manifiesto, me dijo lo siguiente (sic): “No dice nada incierto. La Cruz de los Caídos se erige para recordar y homenajear a los caídos por Dios y por España. Y claro que se cantaba el Cara al sol. Y claro que la Iglesia los apoyaba. Y naturalmente que, basándose en la ley de memoria histórica, la pueden tumbar. Pero la trampa no está en lo que dicen, sino en lo que no dicen. Porque la Iglesia estaba con Franco por una sencilla razón y es que, cuando se hace con la República el Frente Popular, se dedicaron a cazarlos como conejos. Y el frente popular no estaba por la democracia, estaba por una dictadura comunista y muchos se alegraron del alzamiento nacional porque les permitía llegar a la dictadura del proletariado sin tanto rodeo. Y de hecho eso hicieron, comenzaron una revolución que los llevó a perder una guerra que tenían ganada.”

Y al verme estupefacto y atento se vino arriba y añadió: “Una verdad a medias es una mentira y explicar sólo una parte de la historia es llamar a engaño. El problema de los revisionistas del franquismo es que hacen lo mismo que los historiadores marxistas: contar sólo la parte de la historia que les interesa y no toda la historia. No intentan explicar la historia sino justificar "su historia". La Cruz de los Caídos es un símbolo de parte, pero se puede hacer de él un símbolo que los englobe a todos y explicar lo que fue la transición, o se puede tirar al suelo y poner un símbolo de los que perdieron la guerra como desagravio o en venganza por no haberla ganado.”

Yo no lo habría explicado mejor, no soy historiador, por eso le pregunté a este gran amigo. Sólo añadiría, como simple ciudadano con derecho a opinar sobre el tema, que no me gusta la posición sectaria y maximalista del PSOE y Compromís, pero tampoco comparto la de cierto sector del PP, que ha tomado el asunto como una cruzada religiosa. Bastaría con explicar que la historia, el sentido común y hasta la economía (pretenden gastar 900.000 € en la remodelación del Paseo de Germanías) son motivos más que suficientes para no retirar esa cruz.


 DEL PUENTE A LA ALAMENDA Publicado en Diario Información el 8 de julio de 2023 Esperando a Godot   Del puente a la alameda   ...